A toro pasado
Misión cumplida.
El rastro que dejan en nosotros los buenos libros y el rastro en que encontramos los buenos libros.
Misión cumplida.
Oración a nuestra patrona
Ampáranos, Señora y Madre nuestra
Amara a nuestras familias, a nuestros
Pueblos, a nuestra España, a nuestro mundo actual
Aleja guerras y discordias
Une los corazones divididos con la alegría de
sentirse junto a Ti, hijos tuyos.
Da a los que tienen y pueden,
ojos de misericordia y corazón abierto.
Da a todos pan, abrigo y amoroso hogar.
Da salud a los enfermos, paciencia en el dolor
a los que sufren, consuelo a los tristes, ilusión
a los que la han perdido.
Aparta de las mentes el error y de los
corazones la debilidad.
Mueve a los pecadores a volver en sí, y a los
Justos a virtud más alta.
Haz que vivamos cantándote y que vayamos
con tu nombre en los labios, a contemplarte en la gloria
junto a tu Hijo Jesucristo, que con el Padre y el Espíritu
Santo, vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
Hoy es el aniversario de la muerte de Lady Di. Descanse en paz.
Conozco a Santa Mónica, madre de San Agustín, desde la niñez. Mi abuela Rosa, natural de Ejulve, me enseñó una oración para ella de esas ingenuas y no demasiado litúrgicas que luego se recuerdan con cariño. Ha pasado el 27 de agosto, su festividad, y no me perdonaría no escribir algo sobre ella. Santa Mónica, consiguió rezando y llorando la conversión de su hijo al que por su vida desordenada veía en peligro de salvarse. San Ambrosio, Arzobispo de Milán, al que “daba la paliza” con la conversión que ella deseaba, y que tuvo la suerte de ver en vida, le dijo un día: “No es posible que se pierda, hijo de tantas lágrimas.”. Influyó en la conversión de San Agustín además de las oraciones de su madre, la predicación de San Ambrosio, al que acudió a escuchar, no por amor a la verdad sino para ver si era tan elocuente como la fama que tenía. San Agustín era por entonces Maestro de Retórica.
Este medio día han dado la noticia en el telediario. Como quien no quiere la cosa, he leído muchas columnas suyas. Aunque a menudo no estuviera de acuerdo con lo que decía, no podía pasarse por alto su cabeza y su dominio de la lengua. Su desfachatez, que a muchos caía mal, a mí me caía bien. La entiendo, después de todo es de mi generación. Como soy algo parienta de Don Quijote, alguna vez le he escrito. Cuando creí que debía ponerle los puntos sobre las ies como a un niño malo, porque Francisco Umbral era doblemente niño. Me alegré de su amistad con Jose Luis Martín Descalzo, el cura que escribía en ABC, que murió encadenado a una máquina de diálisis y cuyas últimas palabras fueron : “Todo es gracia”. Algo le habrá valido ese amigo ahora que se dejan atrás pompas y honores. Ceremonia civil e incineración. Lástima que no haya podido expresar, quizá lo hubiera hecho, el deseo de ser amparado al morir por la sombra de la cruz. Pero siempre hay esperanza, Dios se reserva el secreto del último acto consciente de un hombre.
Aunque la Madre Julia García – “que estudia Filosofía y espera con alegría, que pronto llegue su día” - que cantaba en el Colegio una alumna inspiradilla – decía que a la palabra novela le falta una r : “novelas, no verlas”, a mi cada verano me gusta leer una buena novela. La de éste, ha sido “El velo pintado” de Somerset Maugaham. No sabría si recomendarla o no. La he terminado, y aunque la historia que cuenta, se me ha quedado y durante su lectura me enganchó, morbo no le falta, mi juicio sobre ella es indeciso, y no se a cuento de que viene eso de “El velo pintado”. La novela ha sido llevada al cine recientemente por John Curran, director al que no tengo el gusto de conocer, lo que por otra parte, dada mi edad. no quiere decir nada.
San Josemaría Escrivá estuvo haciendo catequesis en la Argentina en 1974. Moriría justo un año después. Cuando en Buenos Aires alguien le preguntó en el Teatro Coliseo:
- Cuando usted se vaya, Padre. ¿qué quiere dejarnos en el corazón a todos sus hijos sudamericanos?
-Que sembréis paz y alegría por todos lados; que no digáis ninguna palabra molesta para nadie; que sepáis ir del brazo de los que no piensan como vosotros. Que no os maltratéis jamás; que seáis hermanos de todas las criaturas, sembradores de paz y de alegría, y que les deis esta inquietud de acción de gracias que tu me has dado con tus palabras. Porque me has conmovido, y me haces decir otra vez al Señor: gracias tibi. Deus, gracias tibi.
Buenas palabras para Buenos Aires y para cualquier lado. Ahora en verano la ociosidad y la mucha convivencia hacen que la gente murmure unos de otros. Cada cual tiene derecho a su fama. Va contra la justicia atentar contra ella.
En cuanto a la gratitud, que fácil es, entre pinos nubes, dar gracias a Dios por esa naturaleza tan bella que ha hecho para disfrute de sus hijos.
Además, aún suenan en mis oídos las palabras de Etty, en el campo de concentración: “Dios mío, te estoy tan agradecida”
En mi largo noviazgo, él en Madrid y yo en Valencia, escribimos ambos muchísimas cartas. Él venía en vacaciones y había una llamada telefónica los domingos a las 8. El resto del tiempo había que estudiar, cada uno lo suyo, y lógicamente guardar una exquisita fidelidad, entendiendo por ella no permitirse el mas ligero coqueteo. No había móviles y el dinero iba corto. Se vivía la templaza, con naturalidad. Quizá sea bueno explicar que la templanza es, además de la moderación en comer y beber, el señorío no solo sobre las cosas sino sobre los propios estados de ánimo. Un día después de la lectura del evangelio, lectura que me preocupó por su exigencia (un grupo de universitarias ex alumnas de las Madres Teresianas nos reuníamos periódicamente en el Colegio para ello), la Madre Digna nos ofreció, no se para qué, un viaje a Madrid: Ni me lo creía. Mi madre por ir con las monjas, me dejó ir. Y el autobús al llegar a Madrid nos llevó hasta Républica Argentina, bonito barrio residencial en que se ubicaba la residencia que nos habían buscado las monjas.
De niña me encantó la lectura de Alegre, de Hugo Wast. Luego supe que además de Premio Nobel, era argentino.
De recien casada, Sabinan, Numeraria del Opus Dei que en su juventud había llevado éste a la Argentina fue de quien Dios se valió para que conociera, de muy buena mano
El espíritu de la Obra.
He terminado de leer “Diario de Etty Hillessum,. hoy 18 de agosto. También hoy ha salido en el periódico las pocas líneas que sobre él escribí. Y hacia el final de la publicación del mismo figuran una serie de cartas suyas escritas a sus amigos desde el campo de trabajo de Westerbork. Hay una fechada el 18 de agosto de 1943 a su amiga Tide..¿Cómo no darle paso?. Y más si recuerda una que ella había escrito en su diario: “Sé, que puedo llegar a mucha gente”. Aquí está:.
Carta de Etty en el campo de trabajo de Westerbork el 18-agost de1943
Tideke:
Al principio quería dejar pasar mi día eepistolar (solo podían escribir una carta cada quince días y de una carilla) dado que estoy cansada y porque en esta ocasión creía que no tenía nada que decir. Pero bien mirado tengo bastante que contar. Esta tarde estaba descansando en mi camastro y he tenido el impulso de escribir en mi diario el fragmento que te incluyo: “Tu que me diste tanto, Dios mío, permíteme también dar a manos llenas. Mi vida se ha convertido en un diálogo ininterrumpido contigo, en una larga conversación. Cuando estoy en algún lugar del campamento con los pies en la tierra y los ojos apuntando al cielo, siento el rostro anegado de lágrimas, única salida de la intensa emoción y gratitud. A veces por la noche tendida en el lecho y en paz contigo, también me embargan las lágrimas de gratitud, que constituyen mi plegaria.
“Estoy cansada, ya hace días,pero se me pasará. Todo progresa conforme a un ritmo profundo, inherente a cada uno de nosotros, y habría que enseñar a la gente el respeto por ese ritmo, pues es lo más importante que un ser humano puede aprender en la vida.
“ No lucho en tu contra , Dios mío: mi existencia es un diálogo incesante contigo. Probablemente no llegaré a ser la artista en la que quisiera convertirme, pero al menos vivo dentro de Ti. Me gustaría concebir aforismos y relatos vibrantes, sin embargo la primera y la última palabra que acometo es siempre la misma: Dios. Y eso lo abarca todo y desecha lo fútil, y mi energía creadora contigo. Mi latido se ha ensanchado desde que estoy aquí, mas animada a la par que tranquila, y ello me troquela con la convicción de que mi riqueza humana aumenta.”
Inexplicablemente el espíritu de Jul planea sobre este campo y me alimenta día a día. Se producen muchos milagros al cabo de una vida. La mía es una sucesión de milagros interiores. Y es hermoso tener a alguiren a quien explicárselo.
Tu foto está. entre las páginas del “Libro de horas” de Rilke, junto a la de Jul…Son libros y fotos que guardo bajo mi almohada, con mi Biblia. Tu carta llena de citas llegó, sí. Continúa escribiendo. Cuídate querida mía
Etty
Con esfuerzo, he conseguido un rincón grato para escribir.¡ Ni me lo creo ¡en el pequeño espacio entre los pies de la cama y el balcón abierto, por el que el sol, además de inundar la cama, me calienta la espalda, he conseguido colocar la mesita de noche y el portátil encima. Por el otro balcón de mi cuarto, veo si levanto la vista del teclado, un hermoso pino en primer término, bajo el que hay un coche aparcado (las muestras de la civilización, son necesarias y se agradecen) y más lejos montañas cubiertas de pinos, el cielo y las nubes aborregadas ( no se cuando estudié que las nubes se dividían en cúmulos, nimbos, cirros aborregadas ..) Hace más el que quiere que el que puede.
Cuando vi la casa, de la que me encantó el dormitorio, orientado a poniente y con dos balcones en esquina que se comunican, me dije: ¿Y dónde puedo escribir yo?, porque trabajo esta casa no da – aunque si lo diera trataría e escaquearme, que para eso estoy de vacaciones – y no voy a estar todo el día leyendo. Y aunque veré hijos y nietos y si puedo, gente el día es largo. Así que una nube, no se de que tipo, cruzó por mi frente. Esta tarde, después de la siesta y de leer media hora he decidido rezar el rosario porque como dice Etty, la oración es una fuente de energía, para nosotros y para los demás. Después de lo cual he visto que aquí podría escribir cuanto quisiera. Cuando “postee” lo haré de tres o cuatro cosas a la vez porque dependo de que mi yerno, lo pasé de mi ordenador al suyo que es el que está conectado y quiero darle la lata lo menos posible.
El trabajo, aún en versano, es necesario para recupere su dignidad.
Por ese mágico cruce que se da a veces entre nuestras vidas, y las vidas de otra gente, vidas que conocemos por los libros que escribieron, resulta que justo cuando el santoral recuerda a Edith Stein (Santa Teresa Benedicto de la Cruz ) que murió en Auschwitz el 10 de agosto de 1942, fue canonizada por Juan Pablo II y luego co-patrona de Europa, y el 14 de agosto a San Maximiliano Mª Kolbe, que se entregó a la muerte para salvar del horno de gas a un padre de familia, estoy leyendo el Diario de una mujer de 27 años : Etty Hillesum, que murió en Auschwiz en 1943. Etty, sin pertenecer ni al credo judío, ni al cristiano, profesora de ruso, con un amante de 54 al que admira mucho y con un modo de escribir que engancha, va descubriendo a Dios en su vida y experimentando su fuerza, en el año y medio que precede a su muerte. Sobre su mesa de trabajo, entre papeles, fotografías, violetas y geranios, se encuentran tres libros, para ella imprescindibles: la Biblia, San Agustín y Rilke. Cuando escribe el diario (nueve cuadernillos a letra menuda que confía a una amiga) está leyendo con entusiasmo “El Idiota” de Dostoievski. Incluso se plantea meterlo también en la mochila en la deportación, aun a costa de dejarse ropa de abrigo. Acabo estas con dos frases suyas: “ Cuando rezo, nunca lo hago para mi misma, siempre para otros. Rezar por alguien, es enviarle energía.” y “Una quisiera ser como un bálsamo derramado sobre tantas heridas.
El Papa Pío XII, definió dogma de fe la Asunción de la Virgen María en cuerpo y alma al cielo en 1950. Ese año fue año santo. Yo tenía diez años y conocí a Inmaculada, por quien años más tarde conocería al que sería mi marido.
Catequesis
He vuelto a conseguir el libro de Olaizola: “Más allá de la muerte” que leí hace años, porque algunas cosas se me quedaron grabadas y las quiero “postear”. El libro consiste en una serie de entrevistas que mantiene el autor con gente importante o entonces en el candelero.
Estoy leyendo, con gusto, el diario de Etty, una judía de Ámsterdam, que murió en Auschwitz en 1943. Alguien que sabía escribir, y dejó nueve cuadernillos manuscritos a letra pequeña, que nos han llegado impresos. Desde el tren que la lleva a la muerte, con toda su familia y 938 personas más, arroja una tarjeta –postal con estas palabras: “Vostros me esperaréis, ¿verdad?”.
Ayer era el santo de Aurora, primer año que lo celebraría en el cielo. Llevábamos muchos años escribiéndonos por nuestros santos, porque ambos son en agosto. Por la mañana misa, la encomendé en la comunión, porque no se diga. Ya que desde que murió, más que rezar por ella, espero su intercesión. Aurora ha sido una más de los que cruzan la frontera “viniendo de la gran tribulación, que han limpiado sus túnicas en la Sangre del Cordero”. No puedo, aunque lo intente, recordar a Aurora seria. Siempre la vi calmosa, amable y sonriente, y no por falta de trabajo precisamente . Ella me habló una vez de la necesidad del “aguantoformo”, para llevarse bien con la gente.
Anoche se quedó a dormir, mi nieta Marta. Una alegría, chispeada de inquietud. Marta: ocho años, eslava, rubia, guapa y muy inteligente, tiene un carácter difícil. Apasionada, pide mucho a la vida. Llevarse bien con ella, exige esfuerzo. Lo que no es obstáculo para esperar que en la vida, dará un juego estupendo. Esta mañana, después de programar ir a la Biblioteca a sacarle cuentos y decirle que le compraría un croissant, al pasar por el horno, me espeta a bocajarro: “Abuela: ¿Por qué tu marido no vive contigo?”. A una a estas alturas de la vida, nada desconcierta. “Porque no quiere. Así de claro”. Se queda pensativa y sigue: “Eso no puede ser. ¡imagínate que mi padre no quisiera vivir con mi madre¡”. La tranquilizo: “Eso, no pasará” y le explico que Dios nos ha hecho libres, que a veces, hacemos mal uso de la libertad, pero que si se reza, todo tiene arreglo.
En los acontecimientos importantes de la vida, hoy la gente no encarga recordatorios. Y es una lástima. Las fechas se olvidan, las comidas se digieren y esas estampas, olvidadas a veces entre las páginas de un libro, suministran datos de nuestra propia historia o evocan – en el caso del recordatorio de la muerte de nuestros abuelos – esa patria de todos que es la infancia a la que tantas veces nos gusta volver.
Fue San Pío X, elegido Papa el 4 de agosto de 1903, cuarenta y cuatro años después de la muerte de Juan María Vianney, el cura de Ars, quien elevó a éste al honor de los altares. Entre los diecisiete casos de curaciones acaecidas, por su intercesión, el abogado de la causa de beatificación, señor Morani, eligió dos. Uno de ellos es la curación de Adelaida Joly para la que declaró su hermana:
Mi primer ordenador, se llamaba Jerónimo. Se lo compré a mi hijo Juan y yo vivía feliz con él. Jerónimo no me dio nunca ningún problema. Éste en cambio es un tastarro, que ayer por ejemplo, me perdió “Milagro”, después de haberlo copiado trabajosamente de “El Cura de Ars” de Trochu y guardado en el archivo. Veremos si cuando venga mi hijo a comer es capaz de recuperarlo. Si no, lo volveré a copiar.Le llamé Jerónimo porque por entonces nació un niño al que su madre, Susana, le puso así.
4-8-07
Este verano, que no veía las cosas nada claras, porque solo tenía programados diez días en la Vega y la gente mía emigra. Así pues. le pedí a Isidoro (Isidoro Zorzano) que como ya he dicho me hace cantidad de favores, un verano bonito. Al poco, mí hijo Juan, que ya me había dicho que no contase con él para ir a Rábielos, sin que yo abriera la boca, se ofreció a que fuéramos el primer fin de semana de agosto a Rubielos. Al llegar, enchufamos la nevera y el motor n se ponía en marcha. Le pedí a Isidoro, que después de todo era Ingeniero Industrial, que arreglase aquello y nos bajamos a comer al pueblo. Al volver, la nevera chutaba.
Mi padre, buenísima persona, impulsivo por apasionado y más con aquellos a quienes quería y de los que esperaba lo mejor, cuando yo no entendía alguna cosa de matemáticas para la que solicitaba su explicación, sí no lo entendía a la primera a veces me decía malhumoradamente: “¡cernícalo¡”. Y yo entendía que me llamaba adoquín o cosa parecida sin que por ello mi autoestima padeciese lo más mínimo. Otras veces me llama avestruz. Mi padre siempre me quiso mucho, sabía exigir y siempre lo admiré.