30 agosto, 2015

Nuevecito

Para estrenar mi nuevo ordenador, que querría amortizar escribiendo frecuentemente en “El rastro”, que mejor “entrada” que cogerme a Santa Teresa - cuya lectura estoy disfrutando enormemente- y entrecomillar un párrafo de su vida, escrita por ella: “ Un día de la Asunción de la Reina de los Ángeles y Señora nuestra, me quiso el Señor hacer esta merced; que en un arrobamiento se me representó su subida al cielo, y la gloria y la solemnidad con que fue recibida y el lugar donde está. Decir cómo fue esto, yo no sabría; fue grandísima la gloria que mi espíritu tuvo al ver tanta gloria. Quedé con grandes efectos y provecho para desear pasar grandes trabajos, y gran deseo de servir a esta Señora, pues tanto mereció”. Si la palabra ordenador fuera femenina le llamaría Teresa, pero así le llamaré José . Santa Teresa dijo de él que jamás le había pedido algo que no se lo hubiera concedido. Yo le pido desde aquí que las líneas que escribo en él hagan algún bien a quien las lee. Mi antiguo ordenador se llamaba “Jéronimo” porque me cae de pié San Jerónimo y porque fue el nombre que eligió una mujer para su hijo – fruto de la “aventura” de una noche, que por otro lado ella procuro evitar – Jéronimo es ahora un real mozo del que su madre se siente muy orgullosa. Hasta pronto, para recuperar el tiempo perdido.