09 agosto, 2007

Por la boca de los niños..

Anoche se quedó a dormir, mi nieta Marta. Una alegría, chispeada de inquietud. Marta: ocho años, eslava, rubia, guapa y muy inteligente, tiene un carácter difícil. Apasionada, pide mucho a la vida. Llevarse bien con ella, exige esfuerzo. Lo que no es obstáculo para esperar que en la vida, dará un juego estupendo. Esta mañana, después de programar ir a la Biblioteca a sacarle cuentos y decirle que le compraría un croissant, al pasar por el horno, me espeta a bocajarro: “Abuela: ¿Por qué tu marido no vive contigo?”. A una a estas alturas de la vida, nada desconcierta. “Porque no quiere. Así de claro”. Se queda pensativa y sigue: “Eso no puede ser. ¡imagínate que mi padre no quisiera vivir con mi madre¡”. La tranquilizo: “Eso, no pasará” y le explico que Dios nos ha hecho libres, que a veces, hacemos mal uso de la libertad, pero que si se reza, todo tiene arreglo.

Marta, aunque está de acuerdo en que Dios nos ha hecho libres, argumenta: “Yo no soy libre, porque no me puedo ir a Japón”. “Pero puedes elegir entre estudiar o no estudiar, hacerle a tu hermano la vida agradable o chincharle..” Y así queda la cosa. Salimos, le propongo entrar en una Iglesia para hacerle una pequeña visita al Señor y pedirle para las dos un día bonito. Antes de rezar el primer Padrenuestro le digo: “por el abuelo”. Asiente, pero añade: “y porque la niña que va a tener mamá, nazca bien”. Ya en la puerta me dice: “No está el Señor, porque no está encendida la lamparita”. Le hago notar que si que está la lamparita parpadea débilmente.