20 enero, 2017

Rubén Darío

En “Cuadernos Hispanoamericanos” he leído “Rubén Darío y el destino político de la lírica americana”, me ha gustado. Los versos de Rubén entran, quizá porque todos nos sabemos aquello de “Margarita está linda la mar..” y felizmente la cosa sigue: mi nieta Vega de 10 años me recitó el poema entero mientras la llevaba del Colegio a casa. Era muy pequeña cuando aprendió de memoria. “La leyenda de la Princesita Mio – Lo - San”, aquella niña guardada por mil guerreros, tigres feroces, dragones fieros, quinientos buitres y un gavilán..., dicho esto ( como dicen los tertulianos de la tele que nos tienen aburridos con tanta prosa) comparto algo de lo leído. En el prólogo de “Cantos de vida y esperanza” Rubén Darío escribe, como justificándose: “Si en estos cantos hay política es porque parece universal. Y si encontráis versos a un presidente es porque es un clamor continental: mañana podemos ser yanquis y es lo más probable)”. El presidente al que se refería era Theodore Roose, que ocupaba la casa Blanca desde 1901, definido aquí como: “…el futuro invasor / De la América ingenua, que tiene sangre indígena, / Que aún reza a Jesucristo y que aún habla español..” . Y unas páginas más adelante: “Seremos entregados a los bárbaros fieros? / ¿Tantos millones de hombres hablaremos inglés? /ya no hay nobles hidalgos ni bravos caballeros? /Callaremos ahora para llorar después?” Creo que el último verso deberíamos grabarlo en memoria, porque hay muchas cosas que nos hacen llorar, o nos harán llorar por no haber actuado, cuando deberíamos haberlo hecho.

13 enero, 2017

Carlos de Foucauld

Hubiera querido escribir antes de Navidad sobre “mi amigo” Carlos de Foucauld, que murió el 1º de diciembre de 1916. Quedaba así tan redondita la escritura, cien años después. No pudo ser. No importa porque estamos en “el tiempo ordinario”, así llama la liturgia al normal del trabajo diario, aparentemente monótono y rutinario. A ese tiempo por así decir vulgar y corriente, Jesucristo quiso dedicar treinta años, de los treinta de los treinta y tres de su vida. Carlos de Foucauld, este hecho no le cayó en saco roto y, cuando se convirtió, quiso imitar al Señor, precisamente en su vida oculta. Así el 24 de febrero de 1897 llega a Jaffa y trabaja como mandadero en el convento de Clarisas de Nazaret: trabaja en el huerto, hace arreglos, recados… instalado en la caseta del jardinero. Allí lee a Santa Teresa, a San Francisco de Asís y a San Francisco de Sales. Algunas notas de su biografía: El Vizconde de Foucould nace en 1858 y a los 9 años se queda huérfano de padre y madre. En su adolescencia pierde la fe cristiana en la que había sido educado amorosamente en el hogar de sus tíos, que considerará propio. De ese tiempo nos dice: : “Yo vivía como se vive cuando se ha extinguido la última chispa de la fe”. Sumergido en un repliegue sobre sí mismo, es vicioso y perezoso. El ejemplo de su prima María Moitessier, es decisivo para la recuperación de la fe. En ella encuentra una segunda madre “que le comprenderá silenciosamente y le ayudará con paciencia inmensa, a lo largo de sus años de extravío, lo mismo que durante sus años de vida religiosa”. Si María que es buena e inteligente – se dice a sí mismo - es cristiana, la religión cristiana debe ser importante. Una vida aventurera: soldado en Argelia ( cesado por indisciplina y mala conducta), 1885: Medalla de oro de la Sociedad francesa de Geografía. Largas horas en la Iglesia repitiendo: “ Dios mío si existes haced que yo os conozca”. 1886: confesión y comunión en la Iglesia de San Agustín (París). “Apenas creí que había Dios comprendí que solo podía vivir para Él” . 1890 ingresa en la Trapa de Akbès (Siria). Ordenación sacerdotal. 1896 llegada a Roma el 30 de octubre para estudiar teología en la Universidad gregoriana, diez años después de su conversión. La vida en la Trapa le parece poco austera: mandadero de las Clarisas de Nazaret. 13 de agosto de 1906: Tamanrasset (Hoggar): a vivir con los tuareg a fin de ganarlos para Cristo, no con su predicación sino con el ejemplo (otros llegarán después que él y predicarán). Escribe a su hermana: “Diez años que digo misa en Tamanrasset y¡ ni un solo convertido¡” Tres semanas después de la muerte de fray Carlos, se hallará a unos metros del lugar donde fue asesinado, su pobre custodia, casi enteramente cubierta de arena. “Séanos permitido ver en el sencillo hecho de esta custodia sin valor que se arroja a un lado durante un saqueo, una imagen exacta de toda la vida y muerte de fray Carlos de Jesús” ( “Carlos de Foucauld”.J.F. Six. Ed. Herder)