07 agosto, 2007

Milagro

Fue San Pío X, elegido Papa el 4 de agosto de 1903, cuarenta y cuatro años después de la muerte de Juan María Vianney, el cura de Ars, quien elevó a éste al honor de los altares. Entre los diecisiete casos de curaciones acaecidas, por su intercesión, el abogado de la causa de beatificación, señor Morani, eligió dos. Uno de ellos es la curación de Adelaida Joly para la que declaró su hermana:

“Yo nací en Saint- Claude el 8-mayo de 1848. Adelaida tiene cuatro años menos que yo. Hace cinco que las dos estábamos en el orfanato dirigido por las Hermanas de la Caridad de Lión.
Por las mañanas yo vestía a mi hermanita. Un día comenzó a quejars de dolores en el brazo izquierdo. En septiembre de 1861 la profesora que visitaba nuestro obrador advirtió que Adelaida tenía el brazo sobre la rodilla y no podía trabajar. La llamó pequeña perezosa; las dos nos echamos a llorar. Entonces acompañaron a la niña a casa del Director de los Cirujanos de la Caridad. Dijo que Adelaida tenía un tumor blanco, que estaba lisiada para toda la vida, y que tendría que llevar un aparato. Este no fue encargado; nuestras profesoras quisieron probar otra cosa: nos hicieron empezar una novena al Cura de Ars y, como tuviesen n su poder unos zapatos viejos, sacaron de ellos un cordón y lo ataron al brazo de mi hermanita”.

“Pasados siete días, Adelaida me dijo:”Leónida, mi brazo ya no me duele” Y descubriéndoselo vi que podía moverlo con facilidad. Subí al cuarto de mi profesora para anunciarle tan grata nueva. Me reprendió un poco porque lo había hecho sin su permiso. El último día de la novena, la Hermana quitó la venda del brazo, y lo encontró perfectamente curado. Lo meneaba en todo los sentidos y tenía el mismo aspecto que el otro, sin trazas de raquitismo. El tumor había desaparecido del todo. El doctor Berner se quedó estupefacto. No tuvo dificultad en extender un certificado que fue remitido al obispo de Belley. Nosotras hicimos muy contentas una novena de acción de gracias y, desde entonces, invocamos con frecuencia al ura de Ars que curó a mi hermanita.”

(“El cura de Ars” de Francis Trochu)