26 febrero, 2014

Novela bonita: “El despertar de la señorita Prim”

Al terminar de leer “El despertar de la señorita Prim”, lo he sentido porque me ha alegrado la vida. Es de Natalia Sanmartín, la edita Planeta y va ya por la 4ª edición. Al poco de empezarla, pensé: “esto no espara mí, le falta nivel” - siempre me he jactado en novelerío de huir de los bestseller y leer a los grandes – Al comentar mi apreciación con quien me la había recomendado, concedió: “Sí, para ti le falta nivel pero sigue leyendo”. Seguí su consejo y continué, luego me costaba dejarla.Y ahora la recomiendo yo a mujeres jóvenes y menos jóvenes. Las primeras van a aprender muchas cosas, las otras también. Pondré un ejemplo: aunque a mí me gustan las novelas de Jane Austen, llevadas al cine por un buen director – veáse por ejemplo “Amor y sensibilidad”, nunca he leído una obra suya, nunca me ha atraído como escritora. A una de mis hijas que tiene todas las obras de Jane Austen en inglés y le encantan, en esto como que le perdonaba la vida pensando que en literatura no picaba alto . Pues bién, ¡héte aquí que por “El despertar de la señorita Prim” me he enterado que Henry James, Dickens, y el Cardenal Newman leían a Jane Austen. “¡Chúpate esa mandarina¡”, que decía mi madre, cuando en una discusión , te dejaba descolocada. En fin, que como decía mi suegro que leyó incansable hasta los ochenta años y más parecía un archivero que un Arquitecto: “no hay libro tan malo que no tenga algo de bueno”. Éste, no solo no es malo sino que tiene mucho y acompaña dulcemente la vida después de haberlo leído. Comento algo de ella: no sé cómo la señorita Prim pudo cautivar al “hombre del sillón” porque en la abundantes meriendas que montan continuamente las señoras de “San Ireneo de Arnois”- idílico lugar donde se desarrolla la novela- a Prudencia Prim la conversación no le impedía privarse de bizcocho de limón, tarta de queso, tazas de chocolate caliente estaría redonda con tanta taza de chocolate, sandwiches de “foie” y manzana, canapés de “roast beef”, té de Krasnodar.., en fin un gusto. “El despertar de la señorita Prim” ha sido seleccionado por la Fundación Troa, como “libro con valores”

17 febrero, 2014

Todo un mundo

Cuando en el Colegio de las Madres Teresianas estudiábamos 4º de bachillerato, 1954, pusimos un fondo común para que todas tuviéramos un regalo de las demás. Al curso siguiente, con 15 años, nos separaríamos, en Ciencias o en Letras. Deberíamos pues tener pues un recuerdo de la clase “para toda la vida”. A mí me tocó un libro: “El mundo, la carne y el Padre Smith” de Bruce Marshall. Libro que leí y disfruté años después y le perdí la pista. Ayer, releyendo “Amor y autoestima”, Michel Esparza, me alegré de encontrar una cita del libro que me regalaron mis compañeras; en cuya dedicatoria, antes de las firmas de todas, figura el deseo de que no perdiera nunca mi alegría. Pongan atención,se habla de respetos humanos: “En cuanto nos reunimos unos cuantos, no nos atrevemos a ser como somos en realidad porque tememos ser distintos a como creemos que son nuestros semejantes, y nuestros semejantes temen ser distintos a como creen que somos nosotros. Y, en consecuencia, todos pretenden parecer menos piadosos, menos virtuosos y menos honrados de lo que realmente son´(…) es lo que yo llamo la nueva hipocresía. (…) Antes la gente pretendía hacerse pasar por mejor de lo que era, pero ahora pretenden parecer peores, Antes, un hombre decía que iba a misa los domingos aunque no fuese, pero ahora dice que va a jugar al golf y le fastidiaría mucho que sus amigos descubrieran que en realidad va a la iglesia. En otras palabras: la hipocresía, que antes era lo que un escritor francés llamaba “ el tributo que el vicio paga a la virtud”, ahora es “el tributo que la virtud paga al vicio”. Quizá para comprar libros se pidió consejo a la Madre Digna que tan bién nos explicaba la Filosofía y nos enseñó a traducir con dignidad “La Guerra de las Galias”. Latín y Filosofía se estudiaban antes de elegir Ciencias o Letras. De ese curso Mary Carmen Frank, se hizo monja y llegó a ser Superiora General de las Teresianas en Roma, Rosa Guardiola, también fué monja y construyó en Colombia un Colegio Teresiano en un terreno que le regalaron.. Mercedes Blasco, la primera del curso que tuvo novio, murió en el parto de su quinto hijo.. Ella me descubrió a Tagore… Todo un mundo puede surgir leyendo un buen libro, con alma, corazón y vida..

10 febrero, 2014

Chesterton nos hace confidencias

Ésta confidencia, en la que recuerda una etapa perturbadora de su juventud, se refiere al demonio y al mal: “...yo sentía un arrollador impulso de grabar o dibujar horribles ideas o imágenes, y me hundía cada vez más como en una especie de suicidio espiritual. Por aquel entonces nunca había oído hablar de la confesión en serio, pero eso es precisamente lo que se necesita en esos casos. Me figuro que no son nada raros. Lo cierto es que descendí lo suficiente como para descibrir al demonio e incluso, de una forma oscura, para reconocer al demonio. Nunca, por lo menos, ni siquiera en esta etapa confusa y escéptica, me abandoné totalmente a las ideas del momento sobre la relatividad del mal o la irrealidad del pecado.Tal vez cuando, por fin, me manifesté como una especie de teórico y me describieron como un “optimista”, fuera porque era uno de los pocos que, en un mundo de satanismo, creía realmente en los demonios.” ( Autobiografía) Leí, no recuerdo dónde, que cuando le preguntaron a Chesterton porque se había hecho católico, contestó: “porque es la única religión en la que se perdonan los pecados.”. Me viene a la cabeza, y no renuncio a darle cauce esa escena del evangelio que nos cuenta que cuando introdujeron ante la presencia del Señor al paralítico descolgándole por el tejado por no poder, por el gentío, entrar en la casa donde Él, Jesús, como primera toma de contacto dijo al paralítico: “ Hijo, tus pecados te son perdonados”. Era lo realmente importante. Ante el asombro que produjeron esas palabras – no se habían tomado tantas molestias para eso – el Señor añadió: “pues para que véais que el Hijo del Hombre tiuene poder para perdonar los pecados a ti te lo digo: “Levántate, coge tu camilla y véte a tu casa”. Creo que de estas cosas hay que hablar y por eso hablo..

07 febrero, 2014

Para los que no leen la Biblia

Cuenta el libro de los Reyes que: “ cuando se acercaron los días de la muerte de David, éste habló así a su hijo Salomón: “Yo me voy por el camino de todos”. Ten valor y sé hombre. Guarda las ordenanzas de Yahve tu Dios, yendo por su camino, observando sus preceptos, sus órdenes, sus sentencias y sus instrucciones, según está escrito en la Ley de Moisés, para que tengas éxito en cuánto hagas y emprendas.” Siempre que se abre la Biblia, se comprueba la oportunidad de hacerlo. Los padres tenemos el deber de aconsejar y exhortar - ¡ Qué hermosa la exhortación del Papa Francisco en la clausura del Año de la Fe¡ - siguiendo el comportamiento del rey David. A los hijos compete no echar en saco roto exhortación y consejos. Pero hoy cuesta abrirse paso: la autoridad moral de los mayores no está de moda. Por eso el Papa Francisco decía en Río, y no ha dejado de repetirlo, “No dejéis que os “descarten”, que os callen. Tenéis mucho que decir”. Así es. Tenemos mucho que decir si nos dejan: los hijos, la televisión que tontamente comparte nuestras comidas familiares, y el activismo esclavizante a que están sometidos muchos de ellos. La cita del libro de los Reyes, con que empecé estas líneas, es partiente cercana de un Salmo, oído muchas veces en la misa: “El justo será como un árbol plantado al borde de la acequia, no se marchitan sus hojas y cuánto emprende, tiene buen fin”. Mejor nos irían las cosas si leyerámos la Biblia. (Carta enviada a "Las Provincias")c

03 febrero, 2014

Poner el corazón en órbita

Para poner el corazón en la órbita adecuada - el hombre debe girar alrededor de Dios – puede ayudarnos leer al Papa Francisco, que no pierde comba. Nos animará leer que: “La resurrección de Cristo provoca por todas partes gérmenes de un mundo nuevo; y aunque se los corte, vuelven a surgir porque la resurrección del Señor ya ha penetrado la trama oculta de esta historia, porque Jesús no ha resucitado en vano. ¡No nos quedemos al margen de esa marcha de la esperanza viva¡. Como no siempre vemos esos brotes, nos hace falta una certeza interior y la convicción de que Dios puede actuar en cualquier circunstancia, también en medio de aparentes fracasos, “porque llevamos ese tesoro en recipientes de barro” ( Esta certeza es lo que se llama “sentido del misterio”. Es saber con certeza que quien se ofrece y se entrega a dios seguramente será fecundo. Tal fecundidad es muchas veces incvisible, inaferrable, no puede ser contabilizada. Uno sabe bien que su vida dará frutos, pero sin pretender saber cómo ni donde, ni cuando. Tiene la seguridad de que no pierde ninguno de sus trabajos realizados con amor, no se pierde ninguna de sus preocupaciones sinceras por los deemás, no se pierde ningún acto de amor a Dios. No se pierde ningún cansancio generoso, no se pierde ninguna dolorosa paciencia. Todo eso da vueltas por el mundo como una fuerza de vida. A veces nos parece que nuestra tarea no ha logrado ningún resultado, pero la misión no es un negocio ni un proyecto empresarial, no es tampoco una organización humanitaria, no es un espectáculo para contar cuánta gente asistió gracias a nuestra propaganda; es algo mucho más profundo que escapa a toda medida. Quizá el Señor toma nuestra entrega para derramar bendiciones en otro lugar del mundo donde nosotros nunca iremos (…) Aprendamos a descansar en la ternura de los brazos del Padre en medio de una entrega creativa y generosa. Sigamos adelante, démoslo todo, pero dejemos que sea Él quien haga fecundos nuestros esfuerzos como a Él le parezca.”. ¡Que nos aproveche¡

02 febrero, 2014

Nos dice el Papa Francisco

“El amor a la gente es una fuerza espiritual que facilita el encuentro pleno con Dios hasta el punto de que quien no ama al hermano “camina en tinieblas” (1Jn 3,14), “permanece en la muerte” (1 Jn3,14) y “no ha conocido a Dios” (1Jn 4.8). Benedicto XVI ha dicho que “cerrar los ojos ante el prójimo nos convierte también en ciegos ante Dios” y que el amor es en el fondo la única luz que “ilumina constantemente a un mundo oscuro y nos da la fuerza para vivir y actuar”. Por lo tanto, cuando vivimos la mística de acercarnos a los demás y de buscar su bién, ampliamos nuestro interior para recibir los más hermosos regalos del Señor. Cada vez que nos encontramos con un ser humano en el amor, quedamos capacitados para descubrir algo nuevo de Dios. Como consecuencia de esto, si queremos crecer en la vida espiritual no podemos dejar de ser misioneros. La tarea evangelizadora enriquece la mente y el corazón, nos abre horizontes espirituales, nos hace más sensibles para reconocer la acción del Espíritu Santo, nos saca de nuestros esquemas espirituales limitados. Simultáneamente, un misionero entregado experimenta el gusto de ser un mantial que desborda y refresca a los demás. Sólo puede ser misionero alguien que se sienta bien buscando el bien de los demás, deseando la felicidad de los otros. Esa apertura del corazón es fuente de felicidad, porque “hay más alegría en dar que en recibir” (Hch 20,35). Uno no vive mejor si escapa de los demás, si se esconde, si se niega a compartir, si se resiste a dar, si se encierra en la comodidad. Eso no es más que un lento suicidio.” ( La alegría del Evangelio, 272)