En La Vega, en casa de alquiler
Con esfuerzo, he conseguido un rincón grato para escribir.¡ Ni me lo creo ¡en el pequeño espacio entre los pies de la cama y el balcón abierto, por el que el sol, además de inundar la cama, me calienta la espalda, he conseguido colocar la mesita de noche y el portátil encima. Por el otro balcón de mi cuarto, veo si levanto la vista del teclado, un hermoso pino en primer término, bajo el que hay un coche aparcado (las muestras de la civilización, son necesarias y se agradecen) y más lejos montañas cubiertas de pinos, el cielo y las nubes aborregadas ( no se cuando estudié que las nubes se dividían en cúmulos, nimbos, cirros aborregadas ..) Hace más el que quiere que el que puede.
Cuando vi la casa, de la que me encantó el dormitorio, orientado a poniente y con dos balcones en esquina que se comunican, me dije: ¿Y dónde puedo escribir yo?, porque trabajo esta casa no da – aunque si lo diera trataría e escaquearme, que para eso estoy de vacaciones – y no voy a estar todo el día leyendo. Y aunque veré hijos y nietos y si puedo, gente el día es largo. Así que una nube, no se de que tipo, cruzó por mi frente. Esta tarde, después de la siesta y de leer media hora he decidido rezar el rosario porque como dice Etty, la oración es una fuente de energía, para nosotros y para los demás. Después de lo cual he visto que aquí podría escribir cuanto quisiera. Cuando “postee” lo haré de tres o cuatro cosas a la vez porque dependo de que mi yerno, lo pasé de mi ordenador al suyo que es el que está conectado y quiero darle la lata lo menos posible.
El trabajo, aún en versano, es necesario para recupere su dignidad.
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