29 junio, 2008

¿Dónde está Liliana?j

Cuando conocí a Liliana yo era una madre joven con cuatro niños pequeños, tenía unafamilia alegre. Ella era una chica de Gandía, farmacéutica y recién casada con Chuso, un alumno de Arquitectura de los muchos a los que llevaba al retortero mi marido,Profesor brillante de la Escuela de Arquitectura, no se si por entonces había ganado ya la cátedra. Vinieron a vernos a Rúbielos y simpaticé pronto con una mujer que era mitad mujer y mitad madre de su marido un chico guapo, de buena planta, bastante más alto de lo normal, que no había manera de que acabara la carrera. Liliana tenía un marido apuesto después de tener con él un noviazgo interminable. Eran una pareja simpática y a los dos el trato con ellos nos rejuvenecía.

Planeamos una bonita excursión a la fuente del caño, y pasar un buen día de campo. Queríamos hacer allí una paella, que aparejo hay para ello junto a las mesas de piedra que rodean la fuente. Mientras yo preparaba en la cesta el arroz, el pollo, la sal, el azafrán ,el aceite, el pimentón, el bote del arreglo de verdura, el limón, los platos y los cubiertos, Liliana decía: “Seguro que se nos olvida algo”. Yo llevada de mi optimismo congénito le decía que no, que lo había cogido todo. Cuando llegados al hermoso paraje de pìnos de alta montaña y nos dispusimos a empezar a hacer la paella, que harían los varones a fuego de leña, vi que Liliana tenía razón. Algo se nos había olvidado: la paellera.

Otro día fuimos con ellos a coger setas de candil, Nos habían explicado su forma y aspecto y las encontramos. De vuelta a casa por la noche, nos daba un poco de miedo cenar con ellas por si nos sentaban mal o incluso nos jugábamos la vida. Liliana y yo, haciendo acopio de valor, decidimos comer tortilla de setas y recuerdo la broma, lo lento de la comida, el bonito ámbito a varios niveles iluminado con acierto, los niños que nos contemplaban gravemente, y mis miradas a la talla policromada de laVirgen que presidía el ábside de piedra del comedor cocina de Rubielos, para que pusiera la mano en nuestra digestión.

Fui a ver a Liliana cuando tuvo su primer hijo y luego no he vuelto a ver a Liliana y a Chuso. Pero ahí quedan en la memoria esos días radiantes de familia cariñosa y alegre en un bello marco. Quien sabe, si ellos recuerdan algo de lo que hablamos. Nunca se sabe.

El dragón dormido

Ayer día 28 tuve que ir a recoger la declaración de hacienda. Quizá “ hacienda” debería ir con mayúscula, no la pongo. Es mi pequeña venganza: porque además no siempre se administra bien el erario público. Recuerdo que Bruckberger decía, poco más o menos, que una de las ventajas de morirse es escapar al fisco. Él, dicho sea de paso, creía o cree en la Resurrección de la carne. Pues tuve que ir como digo a recoger la declaración y después al banco, a presentarla. Hacía bastante calor y hacía esas gestiones con mis dos nietos: Alex de diez años y Belén de cinco. Ya antes de recogerlos había tenido que ir a sustituir a Maida, la encantadora boliviana que cuida a estos, y tres más, y darle el biberón a Pablito, nacido en enero en previsión del Año Paulino que hoy comienza. La madre de los niños es profesora, pero aunque éstos no tiene Colegio, las madres tienen que seguir trabajando en ellos unos días. Maida, que tenía que ir a ver al abogado que gestiona sus papeles, se fue también acompañada de la pequeña Carla de un año. Alex y Belén en el autobús comenzaron a “chincharse”. Después de un rato de “dame que te daré”, el cogió los tobillos de Belén y se los retorció un poco diciéndole: “déjame en paz, que tengo más fuerza que tú”. Al ver que podía habérselo dislocado, no lo pude resistir y le chillé: “¡A las mujeres no se las maltrata. Es de cobardes¡”. “¡Pero es ella la que empieza¡” – contestó en un tono lacrimoso -. “¡Pues defiéndete, pero no ataques¡”. Al fin llegamos a casa, tras beber algo frío entendieron que tenían que dejarme rezar sola un rato en mi cuarto, para no estar de mal humor. En ese tiempo de reflexión me dí cuenta de que lo que le había censurado a Alex, lo había hecho yo también: los dos, el de forma física y yo con el tono de voz habíamos empleado la fuerza ante el débil. Y es que como dijo Juan Pablo II en el Bernabeu: “la violencia, engendra violencia”. Todos llevamos dentro un dragón dormido. Y ya sabemos que el calor, quita el sueño.

27 junio, 2008

La carta que no llegó

Escribí a la Madre Pilar, mi monja teresiana de mis dieciséis años, en contestación a la carta suya que le escribió otra monja a ordenador. Era la primera vez que esto sucedía siempre había escrito ella con su bonita “letra de Compañía. Me decía: “aunque dada mi edad tengo que pasar de vez en cuando por el hospital, me puedo valer sola, y vivo con la paz que da la fe en Dios que nos cuida y nos salva”. Hoy me devuelven mi carta sin abrir c”on unas letras de la Hermana ( ahora se llaman así y no madres) Ana María Ebri diciéndome que la Madre Pilar, había fallecido el día 2 de junio. Debía tener 83 años.

En Pascua, cuando la llamé por teléfono me dijo que le pidiera al Señor que le abriera las puertas del cielo, que ya iba siendo hora. Lo dijo riéndose. Con la misma risa de siempre. Todo llega. Una intercesora más en el cielo y un “•hasta luego, Madre Pilar”.
Me he enterado hoy, festividad de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, Patrona de los Médicos Militares. Mi padre lo era. Cuando éste murió de repente, yo tenía 17 años, vinieron a casa dos monjas del Colegio ( siempre salían por parejas), la Madre Digna y otra que no recuerdo. La Madre Pilar no vino, como yo hubiese querido, porque padecía del corazón, desde muy joven y no quisieron que se impresionara.

Hace dos días llamé por teléfono a Conchita, hablé de ella aquí, como de la Madre Pilar. Pertenecen a la misma época de mi vida. Conchita tiene 92 años. Víuda desde los 27. Vive sola, no solo se vale por si misma sino que va a misa a diario. “No se creen en el mercado que tengo 92 años. Parezco más joven que mi madre que murió a los 73. Debe de ser por la ropa”.me dijo. Y al poco: “Me da miedo la enfermedad, pero morirme no me da miedo. Nuestro Señor me ha hecho mucha compañía durante la vida a mi que soy muy miedosa. No me va a dejar sola a la hora de la muerte.” Le dije: “ Conchita, esto que me has dicho, lo postearé”

Conchita es la madre de Inmaculada. Éramos amigas, desde muy pequeñas. Ella llamaba a mi padre Don. Carmelo y él a guisa de saludo, un tantico socarrón, le decía cuando venía a casa a jugar los domingos por la tarde: “Ya está aquí Inmaculada, toda vestida de azul”. De más mayores Inmaculada venía por las mañanas a buscarme a casa para ir juntas al Colegio. A veces me encontraba aún en la cama y se indignaba. Por aquel entonces empecé a llevar la cuenta a diario de si me levantaba haciendo pereza o no. Cuenta que le daba semanalmente a la Madre Pilar, que siempre acogió mis cuitas con una sonriente comprensión. Desde el cielo puede leer estas cosas, aunque tenga planes más divertidos.

24 junio, 2008

Antropología

¿Qué es el hombre? He ahí la gran pregunta, porque todo depende de esa respuesta. Juan Pablo II que escribió mucho sobre antropología – por citar algo ahí está: “Hombre y mujer los creo” - refiriéndose al hombre dice: “El misterio del hombre solo se entiende a la luz del Verbo Encarnado”. Verdad meridiana para quienes tenemos la suerte de tener fe. Quien ha leído frecuentemente los Cuatro Evangelios, no solo encuentra camino y fuerza para caminar, sino que se aclara con respecto a sí mismo, lo que no es poco, sino que llega también es buen psicologo sin haber pasado por la Facultad. Quien conoce la Escritura es difícilmente manipulable, se las sabe todas. De ahí que al estado no le interese que se den clases de religión, a pesar de que éstas no siempre alcancen en la práctica un nivel adecuado.

El origen del hombre lo cuenta el Génesis. Dios lo forma del barro de la tierra y le insufla su aliento. Le da vida. Luego, Adán en el paraíso, hace inventario: va poniendo nombre a todos los animales de la tierra pero no encuentra ninguno semejante a él. Dios lo ve y dice: “ no es bueno que el hombre esté solo” y crea a Eva, la primera mujer. Adán exclama: “Ésta si que es carne de mi carne y hueso de mis huesos”.Y el mandato de Dios: “Creced y multiplicaos, llenad la tierra y dominadla”. Están desnudos pero no sienten vergüenza uno del otro. Su razón domina su concupiscencia.. El hombre es dueño de sí mismo. Luego viene la prueba. El “seréis como dioses” les hace perder pie. Eligen mal. Desobedecen a Dios y como consecuencia, sus instintos se rebelan contra ellos. Han perdido su integridad. Pero no solo su naturaleza ha sufrido deterioro, las relaciones entre ellos también se han visto afectadas. De ahí las palabras que Dios dirige a Eva “Buscarás a tu marido y él te dominará”. Todo esto es tan sensato… arroja tanta luz sobre lo que es el matrimonio.. Pero Dios no deja al hombre con su fracaso. Va a por él: “Adán, Adán ¿dónde estás? Y así podríamos seguir y sería interesante hacerlo.

22 junio, 2008

Rosita

He estado estos días de Convivencias en “La Lloma” y he encontrado gente estupenda. Entre ésta se encuentra Rosita. No se que años tiene es una mujer menuda, vestida con encanto – luego supe que sus hijas le hacen la maleta – y que habla sin parar cuando tiene quien la escuche – también supe que su marido es un santo varón que se limita a decir que sí y a estar en todo de acuerdo con ella- . Rosita tiene cuatro hijas y un varón. De ellas tres tienen sus carreras universitarias, doctorados y Masters y son Numerarias del Opus Dei. Rosita tiene un horno en Gandía que tiene su fama porque no utiliza en ellos grasas saturadas o insaturadas, no se cuales son las responsables del engorde. De hecho Rosita no solo no parece una hornera sino que por lo enjuta parece una consumida bibliotecaria.

Después de cenar. En la terraza, abierta a las palmeras en primer término y al Mediterráneo al fondo, Rosita por instigación de sus amigas de Gandía, nos contó lo siguiente. Ella quería dar dinero a unos jóvenes, no se si parientes o no, para que éstos pudieran ir Roma a un encuentro de jóvenes universitarios católicos. Compró unos iguales y se fue a oír misa. A la hora en que el sacerdote eleva la Sagrada Forma recién consagrada, Rosita saca los boletos, los levanta también y dice: “Señor, los iguales”. Al salir, con el fin de conseguir dinero se va a ver a un hombre que le debía desde hacía meses los dulces de la `primera comunión de sus hijos. “¿Me puedes dar algo del dinero que me debes?”. Los niños, bajaban entonces descalzos por las escaleras. “No, Rosita. Les tengo que comprar zapatos a todos.” Rosita nos contó que en ese momento decidió perdonarle la deuda. Al día siguiente sus iguales estaban premiados. “cien mil pesetas me tocaron”, nos dijo. Antes había contado que una clienta quería jugar el mismo número que ella. Rosita le dijo: “tu eres rica y no necesitas el dinero para nada, yo sí. Si quieres jugar el número mío tienes que dar si sale una buena limosna y la convenció.Fue esa clienta la que le avisó del premio.

17 junio, 2008

Historia Macabea

Después de haber leído los dos Libros de los Macabeos, puedo comprender en toda su hondura lo que es una “historia macabea”. Pero en ningún momento me ha pesado la lectura y eso que es una historia de guerras incesantes con miles de muertos. Antes de empezar el fragor de la batalla entre judíos y griegos o judíos y persas o judíos con pueblos limítrofes hay invocaciones a Dios que ponen de pié, que enardecen. Es una lectura amena, cosa comprensible por otra parte, porque es palabra de Dios. Me ha emocionado el epílogo del autor. Lo copio:

“Así pasaron los acontecimientos relacionados con Nicanor. Como desde aquella época la ciudad quedó en poder de los hebreos, yo también terminaré aquí mismo mi relato. Si ha quedado bello y logrado en su composición, eso es lo que yo pretendía; si imperfecto y mediocre, he hecho cuanto me era posible. Como el beber vino solo o sola agua es dañoso, y en cambio, el vino mezclado con agua es agradable y de un gusto delicioso, igualmente la disposición grata del relato encanta los oídos de los que dan en leer la obra. Y aquí pongamos fin”

Ahora empiezo Los Libros Sapienciales, el primero de los cuales es el Libro de Job.

16 junio, 2008

Adiós señora Glegg, adiós señora Pullet

Y Adiós también a la señora Tulliver, con su rostro de hermosa lozanía, su aire grave y las cintas de su cofia tiradas hacia atrás, mientras trinchaba la carne y servía la salsa, para la gran comida familiar. La señora Tulliver es la madre de Maggie y de Tom y junto con el señor Tulliver viven felices en el molino del Floss. Y allí se quedan porque yo no sigo asistiendo a las peripecias de dimes y diretes de ésta con sus hermanas – facilitadas por las desiguales bodas de las tres - la señora Glegg y la señora Pullet. Y pas abandono a su suerte, porque yo también podría contar, y mucho me gustaría hacerlo, cuando en Samper de Calanda, a donde mi padre mi madre mi hermana y yo, íbamos durante el verano a casa de mis tíos Pilar y Luis y venían, desde Albalate del Arzobispo a comer con nosotros los tíos Gregorio y Josefina y la mesa se alargaba y aderezaba de modo impecable y la tía Pilar se pasaba la mañana entera en la cocina, ayudada por la gordita Mary Carmen y mi madre y su hermana se aconsejaban la una a la otra prudencia en el decir porque Josefina, al fin cuñada – cuñada viene de cuña - se enfadaba a las primeras de cambio y se sentía herida por un quítame allá esas pajas bien por su esmerada educación en Las Damas Negras, o por alguna otra razón.

“El molino del Floss” es una novela gorda de George Eliot que hubiera leído a gusto si tuviera cuarenta años menos. Todo tiene su tiempo y a mi ni me sobra ni estoy ahora en esa onda.

Siempre lo supe

Las mujeres hay cosas que sabemos desde siempre aunque ni por letra ni porExisten dos clases de voz nos hayan sido reveladas por nadie. Somos intuitivas. Antes se decía mucho eso de que la mujer es intuitiva y el hombre no. Ahora se nos quiere vender la cabra de que el hombre y la mujer son iguales…Pero a lo que iba: siempre supe que la huella que una mujer deja en un hombre, cuando es el primer amor serio de éste, es una huella profunda. Ayer ví esto expresado por Lamartine, en un estudio que hace éste sobre Alfred de Musset. Dice así:

“ Existen dos clases de educación para todo joven q aquel que quiere a nue penetra en los caminos de la vida dotado con los dones de Dios: la educación de su madre y la educación de la primera mujer que el quiera después de su madre. ¡Feliz el hombre que coloca su amor más alto que él cuando exhala su primer suspiro de ternura¡ ¡Desgraciado de aquel que quiere a una mujer que no se encuentra al nivel suyo¡ El uno se elevará incesantemente. El destino depende de la mujer.
No era uno de esos caprichos de la juventud lo que necesitaba Musset, era una religión del corazón; nuestro primer maestro de filosofía es un casto amor. Beatriz fue quien formó a Dante; Laura quien formó a Petrarca; Leonora quien formó a Tasso y Victoria Colona quien formó a Miguel Ángel, tan poeta de corazón como artista para el cincel.”

Creo que cuando el trabajo profesional de una mujer impide el fecundo contacto de ésta con sus hijos, durante el tiempo necesario, que en la infancia pasa con lentitud, se está agostando a los hombres y mujeres del mañana. Alguien se beneficiará de ello. Alguien no fiable.

14 junio, 2008

Arati

Arati es el nombre de la mujer de Álvaro Enterría un hombre nacido en 1943, que empezando varias carreras y sin seguir ninguna, se echó como quien dice al monte, yéndose a la India. Se quedó en Varanasi y allí formó una familia. Este hombre, con pinta de San Bartolomé, sonriente y sin pretensiones retóricas ha presentado su libro “La India desde dentro” en el Centro Excursionista en pleno barrio del Carmen, el lugar de la bohemia. Desarrapados, viejecitas, pequeños comercios y rebeldes con causa o sin ella, conviven allí tan ricamente. He ido a escucharle porque al autor del libro lo presentaba mi hijo Juan, Doctor por la Universidad de Michigan en Filosofía Sánscrita.

A lo largo de las preguntas que se le han formulado – que en esto ha consistido fundamentalmente el discurso –han salido cosas interesantes que vale la pena reseñar
porque quizá haya mucho tópico en torno a la India. Al preguntartle alguien que opinaba Arati (india) de la mujer occidental. Álvaro Enterría, contestó a Arati la situación de la mujer occidental le daba un poco de pena y explicó: “dice que es una mujer sin religión, y que no tiene familia, hijos”. Dijo también que a Arati cuando vino a España a conocer a sus suegros ( nunca había subido a un avión) y él le presentó a sus amigos, cuando le decía: “éste estaba casado con tal, pero ahora vive con otra”, el asunto no le gustaba nada. Cuando una joven le dijo que iba a ir a la India y cómo debía hacerlo, el autor de “La India desde dentro” sonriendo amablemente, le dijo: “tapada”.

Luego recordé que hace tiempo escribí las veinte líneas de una carta al periódico con el título de Arati. Porque arati era el nombre de una danza india preciosa, que pudimos ver por televisión, que le ofrecieron a Juan Pablo II cuando beatificó a la Madre Teresa de Calcuta. La danza hacía relación a la unión con la divinidad y a mi ver al Papa presenciando ese baile tan hermoso y puro me ayudó a comprender, la presencia de Jesucristo en la bodas de Caná de Galilea.

10 junio, 2008

Cien años de “Ortodoxia”

Leí “Ortodoxia” de G.K.Chesterton cuando estudiaba Químicas. El libro me lo dio un compañero algo mayor: Francisco Gaviña Ribelles, que luego se casó con mi hermana y llegó a ser Catedrático de Química Orgánica de la Facultad de Ciencias de Valencia. Por aquel entonces, Paco no estaba dispuesto a leer mas que a Chesterton, ni oír otra música que no fuera rusa. También por aquel entonces le dio por escribir una novela que nunca se publicó. El hecho de pusiera en mis manos “Ortoxia” es algo que siempre le he agradecido. Este año se cumplen los cien años de su publicación y no quiero dejar pasar la fecha en silencio. “Ortodoxia”, y “El hombre eterno” ) son a juicio de muchos, las mejores obras de un autor, cuya lectura, como decía Borges, para quien Chesterton figuraba entre sus cinco autores preferidos, nos deja siempre mejores y más alegres. Chesterton murió el 14 de junio de 1936. Murió el domingo de la octava del Corpus Christi la fiesta, durante la que catorce años antes había sido recibido dentro de la Iglesia Católica. A su muerte el Padre superior de los Dominicos, besó reverentemente su pluma que descansaba en la mesilla. El introito de la misa de aquel día, contenido en el recordatorio de su muerte, contenía una broma respecto a su corpulencia: “ El Señor se hizo mi protector, me puso en ancho y seguro lugar..”. Seguro que Chesterton al oírlo, sonreiría. Al llegar Paco Gaviña al cielo, le habrá saludado.


(He mandado esta carta a "Las Provincias")

La protestante

El ordenador no me deja acabar la palabra protestante en a, pero acabada en a es como llamaban en Samper de Calanda a esa mujer bien plantada alta y rubia casada con un ferroviario, que vivía en el piso de arriba de la casa del Médico y las noches de agosto bajaba algunas veces a “tomar la fresca” con nosotros, como a veces también se acercaba Teresa la molinera, haciendo corro con D. Luis el Médico y su familia, un gallego que hacía honor a su apellido de Bueno. Por la noche y bajo la Osa Mayor que nos presidía a todos, se abolían las clases sociales en un tiempo en que las diferencias entre ellas eran fuertes. Aunque yo entonces era una niña, la buna formación de las monjas teresianas, que eran sabias a imitación de la de Ávila habían hecho de mí una pequeña apóstol y discutía con ella con mi pequeña sabiduría y la mejor de las intenciones.

Ayer, leyendo otra vez ese magnífico libro que es “La cena del Cordero”, de Scout Hahn converso de protestante evangélico a católico ferviente,
en el que hace un magnífico estudio del paralelismo entre el libro del Apocalipsis de San Juan y nuestra Misa, me encuentro con éste párrafo de sabor fuertemente apologético:

“Ahora , ¿en que lugar de la tierra podemos encontrar una Iglesia universal que da culto de forma fiel a la visión de San Juan?, ¿dónde podemos encontrar sacerdotes revestidos ante un altar?,¿dónde encontramos hombres
consagrados al celibato?, ¿dónde oímos invocar a los ángeles?¿dónde encontramos una iglesia que guarde en sus altares reliquias de los santos?, ¿dónde ensalza el arte a la mujer coronada de estrellas, con la luna a sus pies, que aplasta la cabeza de la serpiente?, ¿dónde rezan los fieles pidiendo la protección del arcángel San Miguel?
“¿En que otro lugar, sino en la Iglesia católica y más particularmente en la Misa?”

Me incorporo a ejercer la obra de misericordia de “dar de comer al hambriento”…Me voy a hacer la comida, vamos.

08 junio, 2008

Totón

Ayer tarde salí con Totón. De jovencita era parecida a Pier Angeli pero más alta. Tenía también un tipo de junco. Entonces iba pobremente vestida, porque era una más de los dieciséis hijos de un Director de Instituto de Enseñanza Media que, antes de “cantar misa” dejó el Seminario porque no veía que tuviera vocación sacerdotal. Totón hizo una “buena boda”:se caso con un joven bueno y con dinero. Hacía tiempo que no la veía. Su presencia evocó muchas cosas: las películas de los viernes en la sala de cine del Instituto Luis Vives, que veíamos en petit comité sus padres, los míos, mi hermana y yo y algunos hijos del Director. Era la sesión de prueba donde se cortaba lo necesario para que la película pudiera ser proyectada el sábado para los alumnos del instituto, sin mayor inconveniente. A veces estaba también el cura, cuyo nombre no recuerdo. Allí vimos películas inolvidables: “Balarrasa”, “La mies es mucha”, “Las llaves del reino”, “MolokaiREcuerdo”, “Trece por docena”, “La canción de Bernardet”…

En el “Diario de Teruel”, escribí una vez sobre Carmen, la madre de Totón.
Era una mujer muy guapa, de cara dulce, siempre vestida de negro porque así no se hacía notar que solo tenía un par de trajes de verano y otro para invierno. Su marido, profesor del Instituto de Teruel, se enamoró de ella, que era su alumna, cuando ésta tenía dieciséis años. Una historia romántica.
Mi madre contaba que Carmen y José, los padres de Totón, estuvieron un tiempo separados. Fue ella la que cogió sus cuatro hijos y se fue a vivir a casa de su madre. Crisis de las que no se salva ningún matrimonio. Con la ausencia, el adelgazó mucho. Se encontraron casualmente, se fundieron en un abrazo y fueron desde entonces un matrimonio ejemplar que salían como novios, tarde tras tarde a última hora del día a dar la vueltecita. Recuerdo en su casa la larga mesa del comedor, separada un poco de la mesita donde comían sus padres, los boniatos de la merienda ( a uno por barba). “Ojalá hubiera un boniato que llegara desde aquí al cielo” dijo una vez uno de ellos a una señora impertinente que le preguntó : “¿No te cansas de comer boniatos todas las tardes?”

Recuerdo muchas cosas de entonces. De las ocho chicas, se casaron siete con hombres. Eran todas guapas. Los ocho chicos sacaron carreras brillantes. En aquella casa al padre se le tenía su poquito de miedo. En aquella casa se rezaba diariamente el rosario.

07 junio, 2008

Sobre el cielo

Santa Teresa del Niño Jesús, hablando sobre el cielo, escribe:

“Me he formado sobre el cielo una idea tan elevada que a veces me pregunto cómo se las arreglará Dios, después de mi muerte para sorprenderme. Mi esperanza es tan grande y es para mí motivo de tanta alegría – no por sentimiento, sino por la fe – que necesitaré algo que supere todo pensamiento para saciarme plenamente. Preferiría vivir en eterna esperanza a sentirme decepcionada. En fin, pienso ya desde ahora que si no me siento suficientemente sorprendida, aparentaré estarlo para darle ese gusto a Dios. No habrá peligro en que le haga ver mi decepción; sabré ingeniármelas para que Él no se de cuenta. Por lo demás me las arreglaré siempre para ser feliz. Para lograrlo tengo mus pequeños trucos que son infalibles. Además, con solo ver feliz a Dios me bastará para ser yo plenamente feliz”

Esta deliciosa cita está tomada del libro de F. Fernández Carvajal “El día que cambié mi vida”

Sobre el cielo

Santa Teresa del Niño Jesús, hablando sobre el cielo, escribe:

“Me he formado sobre el cielo una idea tan elevada que a veces me pregunto cómo se las arreglará Dios, después de mi muerte para sorprenderme. Mi esperanza es tan grande y es para mí motivo de tanta alegría – no por sentimiento, sino por la fe – que necesitaré algo que supere todo pensamiento para saciarme plenamente. Preferiría vivir en eterna esperanza a sentirme decepcionada. En fin, pienso ya desde ahora que si no me siento suficientemente sorprendida, aparentaré estarlo para darle ese gusto a Dios. No habrá peligro en que le haga ver mi decepción; sabré ingeniármelas para que Él no se de cuenta. Por lo demás me las arreglaré siempre para ser feliz. Para lograrlo tengo mus pequeños trucos que son infalibles. Además, con solo ver feliz a Dios me bastará para ser yo plenamente feliz”

Esta deliciosa cita está tomada del libro de F. Fernández Carvajal “El día que cambié mi vida”

03 junio, 2008

El mensaje

Cuenta San Veda el Venerable que cuando los primeros misioneros arribaron a las costas de Inglaterra, llegaron hasta el mismo palacio del rey, y pidieron permiso para exponer su Fe y que éste, reunió a los hombres de su confianza para decidir con ellos si les daba o no a esos hombres llegado de tan lejos permiso para anunciar su mensaje. Entonces uno de esos grandes dignatarios pidió permiso para hablar y dijo: “Majestad: imaginad una fría noche de invierno fuera de estos muros: viento, lluvia, nieve.. y nosotros abrigados aquí alrededor de este fuego de leña; cuando de pronto, por el agujero de un ventanuco entra un pajarillo; da un par de vueltas volando por la tibia estancia, y sin que se sepa cómo vuelve a salir a la intemperie. Pues bien, tan corto como el vuelo de ese pájaro es la vida del hombre sobre la tierra. Lo mismo que con el pajarillo no sabemos que ha sido de él antes y tampoco que será de él después. Si
alguien tiene alguna noticia sobre estos dos grandes misterios, vale la pena escucharle.

Publiqué esto en “Aleluya” el 22 de febrero del 2004

02 junio, 2008

Con C.S. Lewis otra vez

En la Biblioteca de Marta encontré – regalado por su suegro – “Si Dios no escuchase” de C.S.Lewis y me lo traje para casa. Lo he disfrutado, pese a la atención que exige y ha habido muchas cosas que me han conmovido. Se trata de una serie de cartas que dirige a su amigo Malcom y habla de cristianos liberales, oración, la resurrección de la carne, el cielo…. Como siempre, elijo algo, dejando mucho bueno en el tintero:

“También yo había notado que las oraciones por los demás fluyen más fácilmente que las que ofrecemos por nosotros, y sería hermoso aceptar su punto de vista según el cual este hecho pone de manifiesto que estamos hechos para vivir la caridad. Pero me temo que percibo dos razones mucho menos atractivas para la facilidad de mis oraciones intercesoras. Una es que creo que a veces rezo por los demás cuando debería hacer algo por ellos. Es mucho más fácil rezar por un majadero que ir a verle. La otra es parecida….”

“ La creciente lista de personas por las que rezar es, sin embargo, una de las cargas de la ancianidad. Tengo escrúpulos por tachar a alguien de la lista. Cuando digo escrúpulos quiero decir exactamente escrúpulos. No creo realmente que, si rezo por un hombre, contraiga el deber de rezar por él durante toda mi vida. Pero excluirlo “ahora”, este día concreto, va de algún
modo contra la naturaleza….”

Baste lo escrito para abrir el apetito a quien no se espante de que Lewis a veces es un poco “espeso” como dice Marta. Pero en un libro no es necesario entenderlo todo, basta con entender suficiente.

01 junio, 2008

La casa de la abuela

Por vivir en Valencia y mis abuelos en Aragón, yo no he tenido, para descansar de mis padres y que éstos descansasen de mí “La casa de la Abuela”. Aunque esta carencia, en tiempo decurso escolar, estaba compensada por “El Colegio”, ya que siempre me sentí en él como en mi casa. Las benditas monjas, aunque no fuéramos niñas internas pasaban muchas horas con nosotras. Estábamos, prácticamente todo el día con buena gente. Pero volviendo al tema: mis hijos de niños jugaban en el “cuarto de atrás” de casa de mi madre, el mismo en que mi hermana y yo de niñas nos vestíamos de princesas o bien ella era Doña Carmen Polo de Franco y yo Eva Duarte de Perón. Siempre me pareció, craso error, más elegante llamarme Eva que Carmen. “Me voy a casa de la abuela” decía Juan, cuando ya podía salir solo. Y allí, tirado en el sofá del cuarto de estar veía el partido de fútbol, chillando como un energúmeno: ¡¡¡gooool ¡¡¡, mientras mi madre le decía: “Algún día te dará un infarto”

Hoy, la casa de la abuela es la mía. Ayer me pidió quedarse a dormir mi nieto Alejandro que tiene diez años. Cenamos en la cocina y después de cenar se enclaustró en el cuarto que tiene un ordenador en el que no puede conectarse a internet y allí estuvo dos horas jugando. Me costó que se fuera a la cama. Cuando lo conseguí me dijo: “¿Dónde está ese libro de aviones?”. Se lo di y se fue para su cuarto con más libros. Esta mañana a las nueve me lo encuentro en el pasillo atisbando mi salida del dormitorio para desayunar. Tras el desayuno ha vuelto a enclaustrarse con las persecuciones de los galos, otras dos horas más. Suerte que en su casa no le dejan en toda la semana abrir un ordenador. Pero me veo el percal: lo voy a tener a piñón los fines de semana. En la cena y desayuno, está a la altura: me da conversación. Esta mañana me ha preguntado: “Abuela ¿tú sacabas buenas notas?” a Alejandro le hace alguna impresión ver mi nombre en un periódico. ¡Menos mal¡