29 junio, 2008

¿Dónde está Liliana?j

Cuando conocí a Liliana yo era una madre joven con cuatro niños pequeños, tenía unafamilia alegre. Ella era una chica de Gandía, farmacéutica y recién casada con Chuso, un alumno de Arquitectura de los muchos a los que llevaba al retortero mi marido,Profesor brillante de la Escuela de Arquitectura, no se si por entonces había ganado ya la cátedra. Vinieron a vernos a Rúbielos y simpaticé pronto con una mujer que era mitad mujer y mitad madre de su marido un chico guapo, de buena planta, bastante más alto de lo normal, que no había manera de que acabara la carrera. Liliana tenía un marido apuesto después de tener con él un noviazgo interminable. Eran una pareja simpática y a los dos el trato con ellos nos rejuvenecía.

Planeamos una bonita excursión a la fuente del caño, y pasar un buen día de campo. Queríamos hacer allí una paella, que aparejo hay para ello junto a las mesas de piedra que rodean la fuente. Mientras yo preparaba en la cesta el arroz, el pollo, la sal, el azafrán ,el aceite, el pimentón, el bote del arreglo de verdura, el limón, los platos y los cubiertos, Liliana decía: “Seguro que se nos olvida algo”. Yo llevada de mi optimismo congénito le decía que no, que lo había cogido todo. Cuando llegados al hermoso paraje de pìnos de alta montaña y nos dispusimos a empezar a hacer la paella, que harían los varones a fuego de leña, vi que Liliana tenía razón. Algo se nos había olvidado: la paellera.

Otro día fuimos con ellos a coger setas de candil, Nos habían explicado su forma y aspecto y las encontramos. De vuelta a casa por la noche, nos daba un poco de miedo cenar con ellas por si nos sentaban mal o incluso nos jugábamos la vida. Liliana y yo, haciendo acopio de valor, decidimos comer tortilla de setas y recuerdo la broma, lo lento de la comida, el bonito ámbito a varios niveles iluminado con acierto, los niños que nos contemplaban gravemente, y mis miradas a la talla policromada de laVirgen que presidía el ábside de piedra del comedor cocina de Rubielos, para que pusiera la mano en nuestra digestión.

Fui a ver a Liliana cuando tuvo su primer hijo y luego no he vuelto a ver a Liliana y a Chuso. Pero ahí quedan en la memoria esos días radiantes de familia cariñosa y alegre en un bello marco. Quien sabe, si ellos recuerdan algo de lo que hablamos. Nunca se sabe.