10 junio, 2008

La protestante

El ordenador no me deja acabar la palabra protestante en a, pero acabada en a es como llamaban en Samper de Calanda a esa mujer bien plantada alta y rubia casada con un ferroviario, que vivía en el piso de arriba de la casa del Médico y las noches de agosto bajaba algunas veces a “tomar la fresca” con nosotros, como a veces también se acercaba Teresa la molinera, haciendo corro con D. Luis el Médico y su familia, un gallego que hacía honor a su apellido de Bueno. Por la noche y bajo la Osa Mayor que nos presidía a todos, se abolían las clases sociales en un tiempo en que las diferencias entre ellas eran fuertes. Aunque yo entonces era una niña, la buna formación de las monjas teresianas, que eran sabias a imitación de la de Ávila habían hecho de mí una pequeña apóstol y discutía con ella con mi pequeña sabiduría y la mejor de las intenciones.

Ayer, leyendo otra vez ese magnífico libro que es “La cena del Cordero”, de Scout Hahn converso de protestante evangélico a católico ferviente,
en el que hace un magnífico estudio del paralelismo entre el libro del Apocalipsis de San Juan y nuestra Misa, me encuentro con éste párrafo de sabor fuertemente apologético:

“Ahora , ¿en que lugar de la tierra podemos encontrar una Iglesia universal que da culto de forma fiel a la visión de San Juan?, ¿dónde podemos encontrar sacerdotes revestidos ante un altar?,¿dónde encontramos hombres
consagrados al celibato?, ¿dónde oímos invocar a los ángeles?¿dónde encontramos una iglesia que guarde en sus altares reliquias de los santos?, ¿dónde ensalza el arte a la mujer coronada de estrellas, con la luna a sus pies, que aplasta la cabeza de la serpiente?, ¿dónde rezan los fieles pidiendo la protección del arcángel San Miguel?
“¿En que otro lugar, sino en la Iglesia católica y más particularmente en la Misa?”

Me incorporo a ejercer la obra de misericordia de “dar de comer al hambriento”…Me voy a hacer la comida, vamos.