Aniversario
Mi hermana Carmen murió el 22 de julio de 1976, festividad de Santa Maria Magdalena, en el parto de su cuarto hijo. El niño se llama Pedro porque su padre, abriendo el Nuevo Testamento al azar se topo con una epístola de San Pedro. Era mi única hermana y yo entonces pensé que nada peor podría haberme ocurrido. Tendría ocasión de comprobar que en la vida uno puede recibir golpes más duros. El saber que “para los que aman a Dios todo sucede para bien” y la convicción profunda de que Dios es nuestro Padre y sabe mejor que nosotros mismos dar rumbo satisfactorio de nuestra vida me ayuda entonces y me sigue ayudando ahora. Eh ahí una de las razones que me han impulsado siempre a buscar él dialogo con los demás para no solo para “ dar razón de vuestra esperanza a todo el que os la pidiere”, como creo que aconseja San Pablo, sino para tratar de adelantarme al dolor ajeno, que acaba llegando siempre, tratando de compartir, con cuantos la vida pone en mi camino, el sentido positivo que este tiene para un cristiano.
Hace mas anos, el 22 de julio de 1939, se casaron Joaquín y Remedios, cuyo único hijo Joaquín, andando el tiempo se casaría conmigo. La Iglesia acompaño y bendijo ambos eventos así como el sepelio de mi hermana. Antes esto era frecuente. Hoy, muchas veces parece que se desprecia esta compañía de la Iglesia en los grandes momentos de la vida del hombre. No ha mucho que mi hijo mayor ha contraído matrimonio por lo civil. A veces el hombre, como Ulises, llega a lo que siempre fue su s patria después de un tiene un largo periplo. Otros hay que se han quedado siempre en ella. Han sentido la Iglesia como su casa, su gran familia, sin que sus “defectos”, que muchas veces son los propios, le hayan llevado a apartarse de ella. Suscribo y hago mías estas palabras del Papa: “ Lo más importante para mí es y ha sido siempre no apartarme de la dirección que quedo gravada en mi vida desde mi niñez, y permanecer en ella siendo fiel.”