En Kotzebue: Nochebuena 1940
El P. Llorente, S.I. al calor de su estufa puesta “al rojo” de su casita de misionero perdido entre hielos y nieves en Kotzebue, más arriba del estrecho de Bering, a caballo sobre el Círculo Polar, nos cuenta que ha preparado para sus eskimales una cálida Nochebuena: un pobre Nacimiento, el árbol (que en E. U. no falta en ningún sitio)cantos,payasos que él ha ensayado…, los ha oído en confesión.. Oigamosle: “Al terminar la última escena repartimos los regalos con mucha algazara de voces, y a las diez y media salen todos y me dejan solo y fatigado, en un silencio que me restaura paulatinamente al mundo de los vivos(…) Cabeceando junto a la estufa, preparo el sermón y luego echo un vistazo al altar para cerciorarme de que no falta nada. La estufa de la Iglesia necesita dos paletadas más de carbón. Me da gusto estar solo ante el altar y meditar los misterios de la Nochebuena. “¿Qué hice yo en mi juventud atolondrada para merecer ser escogido por Dios para venir a celebrar la Misa deel gallo en Kotzebue, al norte deel Cículo polar entre eskimales primitivos? “ Por qué estoy tan contento en este remotisimo punto del globo sin oír hablar español, sin turrones, sin la presencia de amigos veteranos, sin una alma que entienda mi presencia en este lugar peregrino? ¿Cómo es que no me desaliento entre tanto estrangerismo? “Ahí, a dos metros en el sagrario, está Jesucristo tan lejos dee Belén como yo de España. Tan solo en el sagrario como yo en la Iglesia. Con un corazón infinitamente más sensible que el mío. “y Jesucristo y yo nos miramos y nos hallamos solos en este islote lejano. Inmediatamente se establece una corriente de simpatía e inteligencia mutua entre los dos. Ya no está solo Jesucristo puesto que le estoy haciendo compañía yo; ni estoy solo yo puesto que me hace compañía Él. “Por desgracia ya son las once y media y tengo que hacer la primera señal con la campana. Quisiera como San Pedro en el Tabor, levantar una tienda junto al sagrario y morar allí hasta el día del juicio. ES una lástima que haya que interrumpir por fuerza se mejante conversación y compañía” El libro “En las lomas del Polo Norte”, (1956) una escrito por el P, Llorente ( artículos mandados semanalmente a la revista “El siglo de las Misiones” (1956), no puede ser más estimulante. yo tenía cinco meses y lo leo a los 72 años