El enano Trasgolisto
En “La Virgen de la Vega”, ver en caminos y ribazos la paja brillando al sol, siempre me gustó verla brillar, trajo a mi memoria el cuento del enano Trasgolisto que me dejaron una noche los Reyes Magos, cuando era pequeña. No solo ví a todo color la portada y alguna de las iliustraciones, sino que por la noche, en el duerme vela, pude recordar el cuento entero. Siempre he agradecido a Dios mi memoria fotográfica, que no solo me ayudó a estudiar sino que ha sazonado mi vida con momentos estupendos. Mi padre, era un Rey Mago formidable, estoy segura que fue él quien lo eligió. No se deben elegir a la ligera los regalos de Reyes para los niños. Puede ir en ello mucho más de lo que imaginamos. A mi padre le debo, amén de la vida, y el sentido de ella, el amor por los libros y por las historias.Y ahora, voy a contar el cuento: eráse una vez un molinero que tenía una hija bella y que hilaba muy bien. Su padre orgulloso de ella decía: “Mi hija sería capaz de transformar la paja en oro”. El comentario llegó a oídos del Rey y éste mandó apresar a la joven, le metió en un cuaro lleno de paja hasta el techo y dijo con voz tonante: “ ¡No saldrás de aquí hasta que no conviertas toda esta paja en oro¡ ”. Ante la imposibilidad de cumplir la orden, la molinera no dejaba de llorar. En esas estaba cuando apareció, como por encanto, un enano de barba blanca que le dijo: “Yo te convertiré la paja en oro si cuando tengas tu primer hijo, me lo entregas”, Ella, aceptó. La paja se convirtió en oro y el enano desapareció. El rey al ver el portento y la belleza de la molinera, se casó con ella. Vino su primer hijo y héte aquí que aprovechando que estaba sola, el enano se presento para llevarse al niño. Ella lloraba descosolada y suplicaba al enano. Éste, seguro de su triunfo le dijo: “Si eres capaz de adivinar mi nombre, no me llevaré al niño”. La molinera empezó a probar: “¿ No te llamarás…?” y los nombres se iban multiplicando. Nada. Cada noche iba el enano a verla, sin que ella acertara a descubrir su nombre. Cuando el enano estaba a puntro de llevarse al niño, ella le dijo: “¿No te llamarás el enano Trasgolisto ?”. Lo había adivinado, el enano se enfureció de rabia y se marcho para no volver más. La reina se había enterado porque mandó a uno de sus criados a lo más intrincado del bosque en el que por las noches se reunen los enanos en torno a una hoguera y le había visto bailar alrededor de ella mientras cantaba alegre: “¡Nadie sabrá que me llamo el enano Trasgolisto”. El cuento, como todos, si se piensa tiene su miga.