29 abril, 2005

Cuando no había televisión

Cuando no había televisión, allá por los años cincuenta, durante las veladas la familia apiñada alrededor de la mesa camilla, con brasero o sin él, oíamos la radio. “La Sociedad española de Radiodifusión”, decía el locutor con voz engolada y prometedora, PRESENTA - aquí subía algo más el tono - ¡ “El TEATRO DEL AIRE ” ¡. Y a partir de ese momento, la noche se había vuelto mágica. Benavente, los Quintero, Arniches, Muñoz Seca, Marquina, algunas veces Sakespheare y Oscar Wilde, nos enseñaban a hablar y a sentir, nos emocionaban, nos hacían reír o llorar y también nos ayudaban a ejercitar la memoria porque aquel diálogo o aquel verso había que aprenderlo, formaba ya parte de uno mismo. A aquellos tiempos, sin tecnología, se les ha venido llamando sistemáticamente tristes y grises…. A veces, antes de cenar toda la familia rezaba el rosario y los maridos no se iban de casa… Y desde luego no es verdad que no lo hacían porque no había divorcio y porque muchos tenían su nidito fuera.
Recuerdo también que hubo un tiempo en que mi padre nos leía en voz alta “La familia que alcanzó a Cristo”. Era la vida novelada de San Bernardo de Claraval escrita por un monje cisterciense, el Padre Raymond. Libro nunca figuró en nuestra biblioteca pero siempre recordé el título y el hecho de que toda la familia compartiéramos su lectura. Pues bien, hace tres días encontré un ejemplar de él en la Biblioteca de “María Lázaro”. Agradecí mucho el encuentro y estoy deseando volverlo a leer. Hay dos libros más que desaría encontrarme: “Modelos de santidad” que mis padres pusieron en nuestras manos cuando éramos muy niñas y “Héroes” que nos dieron las monjas apenas ya dominada la lectura.

26 abril, 2005

Compartiendo perlas

Los dias pasan raudos y hay mucho que contar y poco tiempo para hacerlo. Frente a la situación de sentarse ante el ordenador para hablar con amigos invisibles, el sol en Valencia, es una invitación permanente a leer en una terraza o tomar un café con una amiga concreta. Por no hablar de que lo urgente no deja tiempo para lo importante. De esas lecturas he elegido algunas “perlas” que comparto:

Víctor Frankl :

¿Qué es en realidad el hombre? Es el ser que siempre decide lo que es. El ser que ha inventado las cámaras de gas de gas y al mismo tiempo ha entrado en ellas con paso firme musitando una oración.


Teresa de Calcuta:

El día mas bello:hoy
La cosa más fácil: equivocarse
El obstáculo más grande: el miedo
El mayor error error: abandonarse
La raíz de todos los males: el egoísmo
La distracción más bella : el trabajo
La peor derrota: el desaliento
Los mejores maestros: los niños
La primera necesidad: comunicarse
La mayor felicidad: ser útil a los demás.
El misterio mas grande: la muerte
El peor defecto: el malhumor
El ser más peligroso: el mentiroso
El sentimiento mas ruin: el rencor
El regalo más bello: el perdón
Lo más imprescindible: el hogar
La ruta más rápida: el camino correcto
La sensación más grata: la paz interior
El arma más eficaz: la sonrisa
El mejor remedio: el optimismo
La mayor satisfacción: el deber cumplido
La fuerza más poderosa: la fe
Los seres más necesitados: los padres
Lo más hermoso de todo: el amor

20 abril, 2005

Joseph Ratzinger

Mi cariño por Ratzinger – Benedicto XVI, el Papa actual – viene de lejos. De haber leído su delicioso libro autobiográfico: “Mi vida” (Recuerdos 1927-1977). Tras su gozoso nombramiento, me falto tiempo para ir a mi biblioteca y coger el libro de nuevo. Los buenos libros y más si son autobiografías no se deben prestar. Por hacerlo perdí la pequeña autobiografía de Frossard, y bien que lo lamenté, porque a veces, como en este caso, no se reeditan, o tardan muchos años en hacerlo, y uno ha perdido un tesoro. Pero a lo que íbamos: entre lo mucho que en el pequeño libro “Mi vida” hay para compartir he elegido esto, no porque sea lo mejor, sino por empezar por el principio:
“ Nací el 16 de abril de 1927, Sábado Santo, en Marktl, junto al Inn. El hecho de que el día de mi nacimiento fuera el último de la Semana Santa y víspera de la noche de Pascua de Resurrección ha sido frecuentemente recordado por mi familia; y más aún que fuese bautizado al día siguiente de mi nacimiento, con el agua a penas bendecida de la noche pascual- que entonces se celebraba por la mañana -; ser el primer bautizado con la nueva agua se consideraba como un importante signo premonitorio. Siempre ha sido muy importante para mí el hecho, que de este modo, mi vida estuviese ya desde un principio inmersa en el misterio pascual, lo cual no podía ser mas que un signo de bendición. Indudablemente no era el domingo de pascua, sino exactamente el Sábado Santo. No obstante cuanto más lo pienso, tanto más me parece la característica esencial de nuestra existencia humana: esperar todavía la Pascua y no estar aún en la luz plena, pero encaminarnos confiadamente hacia ella.”.
Cuánto le faltaba por ver a Ratzinger desde el año 77… y cuánto puede pedir Dios a algunos de sus hijos... y como se puede ver que la vida es bella y sorprendente para quienes sus vidas están cimentadas sobre roca

19 abril, 2005

La "Biblioteca de María Lázaro"

Ya en el tercer milenio, la existencia de la “Biblioteca de María Lázaro”, sita en la c/Huesca, nº 3 bajo de Valencia, que cuenta con más veinte mil volúmenes, es un pequeño milagro llevado a cabo por mujeres ancianas, y también valerosas porque están, las horas de servicio, en una nave sin ventanas, iluminada por tubos de neón, cuyo único acceso a la calle es una poética puertecilla de madera labrada totalmente cerrada. La biblioteca es un verdadero “rastro” de libros en préstamo. Su redescubrimiento me alegró porque, cuando hace muchos años estaba ubicada en otro sitio, la frecuentaba con mis dos hijos pequeños para a sacar y devolver libros, no solo de disfrutar su lectura, sino también para de irlos introduciendo en el mundo de la literatura. Porque los libros, los buenos libros son una compañía espléndida en el camino de la vida. Y hablo de los buenos porque no todos son tales, que para el hábito de la lectura desaforada – suponiendo que hoy pueda darse – siguen siendo válidas las palabras que San Josemaría Escrivá, escribió en año 73 en carta a sus hijos: “Nos dan mucha pena esas personas que trasnochadamente se autodenominan intelectuales puros y sin discernimiento ni ponderación leen todo lo excita su curiosidad enfermiza. Con lo que les viene a suceder lo que a Don Quijote, que se enfrascó tanto en la lectura, que se pasaba las noches leyendo de claro en claro y los días de turbio en turbio; y así del poco dormir y del mucho leer, se le secó el cerebro, de manera que vino a perder el juicio”.
Pero los libros de la biblioteca de María Lázaro, esa buena señora de finales del diecinueve, amiga de mis ancianas tías que emprendió tan encomiosa labor de propagar cultura y cuyo “rastro” dura hasta hoy, tienen todos adosada a su primera página una pequeña crítica de “Biblioteca y Documentación” cuya lectura nos puede ahorrar muchas páginas inútiles. En mi última visita a ella saqué dos libros de los buenos: “La buena vida” de José Ramón Ayllón y “Dios existe. Yo me lo encontré” de André Frossard. Alguna cata daré de ambos, si Dios quiere.

12 abril, 2005

El tebeo de "Aleluya" y otras cuestiones

De entre los recuerdos alegres de mi infancia, allá por el año 1947, que aparecen con nitidez en mi memoria, está el hecho de que mis padres nos suscribieran al Tebeo de “Aleluya”; una Hoja, de contenido religioso, que editaba y edita el Arzobispado de Valencia y se distribuía en las parroquias. La nuestra era la de San Andrés, levantada después de la guerra civil, y construida, en un tiempo en que no había una peseta, como grandiosa fábrica, con cúpula y lucernario. Y vale la pena dar el dato por contraposición a las parroquias creadas hoy, que el dinero abunda, y lejos de parecer una iglesia, parecen garajes o locales comerciales: planta baja sin altura y muchas veces desangelada en su decoración o lamentando que no lo sea, porque con “azúcar” es peor.
El caso es que “Aleluya” traía incorporado un tebeo de dos hojas apaisadas en las que los dibujos de las viñetas eran solo de dos colores: azul y rojo. Gran dispendio cromático si se piensa que las ilustraciones de muchos de los cuentos que entonces leíamos eran solo en blanco y negro. Ese fue pues mi primer periódico, que recuerdo como si estuviera viendo y que empezaba así:

“Tío Juan nos invita, a dar una vueltecita / más como pronto se cansa , sube al tranvía y aguarda / Los niños no pagarán, dice el señor don Juan / pues bajarán al momento, o yo soy un esperpento / ni pagan ni bajan digo ¿usted que se ha creído? …”

Hoy, y desde hace unos cuantos años, escribo habitualmente en “Aleluya un pequeño artículo de veinticuatro líneas que procuro cuidar con alma, corazón y vida. Alguna vez, sin pasarme, visitarán “El rastro”. Baste lo dicho para presentar el que dada la importancia de los hechos vividos por el mundo estos días transcribiré próximamente.

07 abril, 2005

El Papa ha muerto

El día 2 de abril, sábado a las 9:37 de la noche moría Juan Pablo II. Es el Papa de mi madurez. Durante el tiempo de su agonía escribí a Levante, un periódico local, la carta que transcribo y que me la han publicado hoy. Sobre el Papa mucho podría escribir. Estuve en Valencia en el 82 en la gran concentración del Paseo de la Alameda y en Madrid en el de la Castellana cuando gritó con fuerte voz: “¡el matrimonio es indisoluble¡”. Desde entonces ¡cuántos matrimonios rotos¡ pero no cara a Dios, que es lo que importa, porque las cosas son en realidad como Él las ve. Entonces, recién empezado su pontificado se le empezó a cantar “Juan Pablo II, ¡te quiere todo el mundo¡”. Después de casí 27 años de pontificado la realidad ha hecho verdad la canción. Cuando abandonaba Madrid en su último viaje a España se le cantó, como tantas veces: “Algo se muere en el alma cuando un amigo se va”. Se quedó sin madre a los nueve años… cuánto cariño le ha dado Dios por nuestro medio. Antes de transcribir la carta, quiero apuntar que ese día, el de su muerte, el salmo que tocaba leer en la misa, era un salmo enardecedor: “Hay cantos de Victoria en las tiendas de los justos”.

Estamos todos en Roma

Soy una mas de los muchos conmovidos por la agonía del Papa. No es posible dormir, no es posible concentrarse, no es posible estudiar, las piernas se nos van junto a los sagrarios porque necesitanos rezar y buscar la compañía de Dios y también la compañía de los hermanos. Por eso se llena la plaza de San Pedro. Estamos todos en Roma aunque no estemos allí. Ha sido una gran privilegio que su vida acompañara las nuestras y se nos metiera en el corazón y en la cabeza, en él hemos visto mucho de difícil olvido. Recuerdo la gran foto suya con que me publicaron en Levante una carta, que con ella tenía visos de artículo, en los días felices de su viaje a España. ¡Que buenos días pasamos en noviembre del 82, pegados al televisor viéndole y escuchándole¡ Entonces era un hombre espléndido, de gran atractivo físico, el atleta de Dios. Le cuadraba bien ser el representante de Cristo en la tierra, y se hacía fácil recordar las dulces jornadas de Galilea en las que las muchedumbres, oyendo al Señor, que pasó por el mundo haciendo el bien, se olvidaban hasta de comer. Ahora le hemos visto en la cruz, hemos visto su gesto de dolor al asomarse a la ventana de su apartamento para bendecir que trae a la cabeza esas palabras de la Escritura ¡Oh vosotros los que pasáis por el camino: mirad y ved si hay dolor comparable a mi dolor¡ ( Lam 1,12) . Su gran deterioro físico, no ser sombra de lo que fué, nos recuerdan esas otras del Profeta Isaías: No hay en él parecer , no hay hermosura que atraiga las miradas, ni belleza que agrade…varón de dolores, experimentado en el sufrimiento…”. Graciás Juan Pablo II. Bendita las madre que te crió y los pechos que te amamantaron. Nos has enseñado a envejecer con valentía.