Me gustó y lo cuento
Lo cuento para aquellos que no leen como yo, libros estupendos y si están dispuestos a leer un correo o entrar de vez en cuando en un blog. Lo que sigue es ameno y estimulante, escribe San Juan Pablo II: “También la llamada al matrimonio es una vocación. Un don de Dios. Nunca olvidaré a un muchacho, un estudiante del politécnico de Cracovia, del que todos sabían que aspiraba seriamente a la santidad. Ese era el programa de su vida, sabía que había sido creado “para cosas grandes”, como dijo una vez San Estanislao de Kotska. Y al mismo tiempo ese muchacho no tenía duda alguna de que su vocación no era ni el sacerdocio ni la vida religiosa, sabía que tenía que seguir siendo laico. Le apasionaba el trabajo profesional, los estudios de ingeniería. Buscaba una compañera para su vida, y la buscaba de rodillas, con la oración. No podré olvidar una conversación en la que después de un día especial de retiro, me dijo: “Pienso que ésta debe ser mi mujer, es Dios quien me la da”. Como si no siguiera loas voces del propio gusto, sino en primer lugar la voz de Dios. Sabía que de Dios viene todo bien e hizo una buena elección.” ¡Cuanto para comentar de esta oportuna cita: rezar de rodillas y no lanzarse frenéticamente al banco, a penas se pisa una iglesia en la que Dios está en el sagrario (no es ninguna tontería lo que digo), ver en la mujer una compañera de la vida, la madre de los propios hijos… que si no lleva al Dios, comno Santa Mónica y tantas otras mujeres a lo largo de la historia, al menos no apartan de Él ( ¡Ojalá se diera esta posibilidad , pero “El que no está conmigo, está contra Mí”. En fin…
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