Cartas de otro tiempo
Cuando con pocos años escribía al dictado las cartas que Luisa Moreno Bermar, ¿ qué habrá sido de ella?, enviaba a sus padres siempre las empezaba así: “Deseo que al recibo de ésta, se encuentren bién. Yo quedo bién, a Dios gracias”. Luisa estaba de muchacha, así se llamaba en casa de mis padres. Esta referencia a la salud al comienzo de una carta era la forma ritual de las que escribí entonces a quienes, viniendo de la España rural, no sabían hacerlo. Esta experiencia de infancia me hizo sonreír cuando años después, leyendo las “ Cartas a Lucilio” encontré estas palabras de Séneca: “Fue usanza antigua, llegada aún a mí tiempo, añadir a las primeras palabras de una carta: Si es buena tu salud soy contento, la mía lo es” – y continuaba - “Con igual razón decímos nosotros: si te consagras a la filosofía, soy contento. Porque ésta es a fin de cuentras, la verdadera salud; sin ella el alma está enferma y aún el cuerpo por vigoroso que sea, solamente lo es a guisa del furioso o del frenético.”. Lo dicho hasta ahora está conectado con mi vida actual, no solo porque lamente que no se escriban cartas sino mensajes, ya que sin ellas hubiéramos perdido buena parte de nuestra mejor literatura, sino porque estoy leyendo y disfrutando el reciente libro de mi hijo Juan Arnau “Manual de Filosofía portátil”, Editado por Atalanta. No necesitaba las elogiosas críticas apareidas en revistas en “El Mundo”, “ABC”, “El País”, y algunas revistas literarias, sabía que era estupendo porque llevo leídas 372´páginas de las 524 que tiene. Ahora voy por Montaigne y me cae simpático. Si, hay que leer filosofía si es que no se lee autobiografías de santos, al alma hay que alimentarla. Yen cuanto a las cartas, menos mal que si no se escriben, se escriben blogs..
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