03 abril, 2012

Verano del 78

El verano del 78 pasamos el mes de agosto en Albarracín, en una casita alquilada, junto al río, cerca de una pastelería donde hacían unas almojábanas riquísimas. La casa era alquilada y tenía un cuadro de la Virgen, con el corazón transpasado por siete puñales…Convivimos con él. Fue un verano singular. Juan tenía 10 años y lo recuerdo, agradecida despues de cenar cantando “Aquel Mundial…” con alegría y entusiasmo, mientras secaba los cubiertos en la cocina. Desde pequeño vivía el fútbol, morenito, delgado, ágil, era además un buen regateador. También recuerdo, de aquel verano, los cinco años de Fe, blanca y rubia que embutida en un bañador azul, a juego con sus ojos, parecía una frágil alegre sirenita.

Aquel verano pasaron en la vida de la Iglesia, muchas cosas. Pablo VI murió a los 81 años, el día 6 de agosto. Ademiré a Pablo VI por su valentía, por haber sacado, contra viento y marea, su encíclica “Humanae vitae”, defendiendo la dignidad de la vida humana y por ende la grandeza del lecho coyugal. Recuerdo, como si lo viera, el momento en que en la televisión, grande y fea que había en el comedor anunció el 26 de agosto la elección, tras un rápido concláve del Papa Juan Pablo I, y le vimos sonreír y la cara de bueno que tenía. Su pontificado duró apenas 33 días, pero dejó huella en la Iglesia.Benedicto XVI no tiene dudas de que era un hombre santo y habla muy bien de su libroi “Ilustrísimos señores” libro que ha desaparecido de mi biblioteca, lamentablemente.

Aprovecho para recomendar – es el que me acompaña ahora, 15 minutos mañana tras mañana – “Nadar contra corriente” en el que Benedicto XVI contesta a las preguntas más variadas: sexualidad, yoga, espiritismo, magia, etc.Lo edita Planeta Testimonio.