27 marzo, 2012

De rodillas

Hoy, so capa de modernidad, democracia, o vaya usted a saber qué, se confunde la gimnasia con la magnesia y se omite entre los fieles el dar a Dios, el culto debido. Me explicaré: se trata, por distintos medios de omitir la posición de rodillas en la Iglesia, tanto en la consagración, como inmediatamente después de comulgar, o simplemente cuando queremos dar mayor fuerza a nuestra oración. En definitiva, frente al Señor, debemos: colocarnos en nuestro sitio, porque lo cierto es que con todos los logros de la tecnología, habidos y por haber, lo cierto es que Dios sigue siendo Dios y el hombre sigue siendo hombre. Esto lo tenía muy claro Oscar Wilde cuando contrito de sus culpas, escribía desde la carcel de Reading: “Nunca es el hombre más grande que cuando está de rodillas”. Frase, sino para esculpir por lo menos para recordar. El gesto de ponerse de rodillas – como nos recuerda Benedicto XVI, está intimamente unido a la naturaleza de la oración. Es claro que hay quienes por el estado de sus rodillas tendrán que permanecer de pié, pero a juzgar por lo que se ve en la Iglesia, quienes tienen problemas con la rótula son legión y bien pudiera ser que quienes desde mozos están acostumbrados a arrodillarse, vean el perfecto estado de sus rodillas hasta el resto de sus días. Perder el sentido de lo sagrado, como alguna vez he dicho, es un gran empobrecimiento para el hombre. Recemos porque los sacerdotes sean santos: necesitamos que así sea.