Santa Rita de Casia
Ví en televisión, en la “13” la película – cadena que conviene tener sintonizada y echarle un ojo a las 22, 10 por que hay a veces películas estupendas - “Santa Rita de Casia”. La dirige Giorgio Capitani y la interpreta una mujer preciosa: Vittoria Belvedere. Me he gastado 15 euros en comprarla, para que la viera mi nieta Marta. Me compensa de ellos el que tenga en su archivo la historia de una mujer santa que sufrió mucho en su familia: su marido - no es que no la quisiera - era un hombre débil dominado por su familia enzarzada en luchas y venganzas al que ella ayudó con todas sus fuerzas, y a su muerte, pérdió a sus dos hijos. La película tiene tirón y no solo por la belleza de la protagonista. En ella se ve la verdad de ese refrán que decía mi madre: “Si santo quieres ser, los de casa te han de hacer”
De niña, las estampas de Santa Rita de Casia, entonces frecuentes, se puede decir que me repelían: una monja, con la llaga en la frerente y el crucifijo en la mano. Olvidé a Santa Rita, no era lo mío. Luego, cuando mi marido – novio entonces – estudiaba Arquitectura en Madrid me escribía que iba con frecuencia antes de ir a la Escuela, a oír misa de ocho a la Iglesia de Santa Rita. Deseaba que yo la viera: “era una iglesia moderna”. Cuando fui a verlo a Madrid, oímos misa en ella. La estatua, para mi gusto grande y fea de Santa Rita, vestida de monja – como si no hubiera sidio santa hasta entonces – tenía por fondo de pequeñas bolas de madera parecidas a bellotas. Siguió sin gustarme. De todas formas el viaje a Madrid fue una gozada, no ajena a ella, el empezar el día oyendo misa juntos.
Después de tantos años, Santa Rita ha vuelto a mi vida interpretada por una hermosa mujer que ama a su marido y lucha y consigue que muera en gracia de Dios. Santa Rita se ha hecho amiga mía. Además: “Rita” es casi “Rosita”.
en la “13” la película – cadena que conviene tener sintonizada y echarle un ojo a las 22, 10 por que hay a veces películas estupendas - “Santa Rita de Casia”. La dirige Giorgio Capitani y la interpreta una mujer preciosa: Vittoria Belvedere. Me he gastado 15 euros en comprarla, para que la viera mi nieta Marta. Me compensa de ellos el que tenga en su archivo la historia de una mujer santa que sufrió mucho en su familia: su marido - no es que no la quisiera - era un hombre débil dominado por su familia enzarzada en luchas y venganzas al que ella ayudó con todas sus fuerzas, y a su muerte, pérdió a sus dos hijos. La película tiene tirón y no solo por la belleza de la protagonista. En ella se ve la verdad de ese refrán que decía mi madre: “Si santo quieres ser, los de casa te han de hacer”
De niña, las estampas de Santa Rita de Casia, entonces frecuentes, se puede decir que me repelían: una monja, con la llaga en la frerente y el crucifijo en la mano. Olvidé a Santa Rita, no era lo mío. Luego, cuando mi marido – novio entonces – estudiaba Arquitectura en Madrid me escribía que iba con frecuencia antes de ir a la Escuela, a oír misa de ocho a la Iglesia de Santa Rita. Deseaba que yo la viera: “era una iglesia moderna”. Cuando fui a verlo a Madrid, oímos misa en ella. La estatua, para mi gusto grande y fea de Santa Rita, vestida de monja – como si no hubiera sidio santa hasta entonces – tenía por fondo de pequeñas bolas de madera parecidas a bellotas. Siguió sin gustarme. De todas formas el viaje a Madrid fue una gozada, no ajena a ella, el empezar el día oyendo misa juntos.
Después de tantos años, Santa Rita ha vuelto a mi vida interpretada por una hermosa mujer que ama a su marido y lucha y consigue que muera en gracia de Dios. Santa Rita se ha hecho amiga mía. Además: “Rita” es casi “Rosita”.
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