07 marzo, 2012

Eligiendo

No es que no tenga cosas bonitas que contar de mi propia vida, que gracias a Dios van goteando en ella, y me apena también no dejar constancia de ideas felices a las que por falta de tiempo no doy forma, pero ayer encontré en “Orar con Juan Pablo II” – libro imprescindible – dos puntos sobre la oración que no tengo más remedio que transmitir. “¡Ay de mí si no evangelizara¡ que decía San Pablo¡”. Son éstos:

“ La oración es el reconocimiento de nuestros límites y de nuestra dependencia: venimos de Dios, somos de Dios y retornamos a Dios. Por tanto no podemos menos de abandonarnos en Él nuestro Creador y Señor con plena y total confianza:”

“ Debemos orar también porque somos frágiles y culpables. Es preciso reconocer humilde y realistamente que somos pobres criaturas con ideas confusas, tentadas por el mal, frágiles y débiles con necesidad continua de fuerza interior y de consuelo.”

Como ya es sabido: creo que se nota, a mí el leer estas cosas, me ponen de pié. Cuando habla un santo hay que oírle, o leerle. ¡Que tontorrona resulta a su lado tanta literatura preciosista que si te descuidas te sumerge en una atmosfera de sensualidad, y aunque no llegue la sangre al río, te hace perder un tiempo precioso…

1 Comentarios:

At 17 marzo, 2012 08:59, Blogger misael escribió...

Rosa,

¡ Cuánta razón tiene ! Yo, hace mucho tiempo que no leo nada que no sea literatura religiosa cristiana católica. Alguna gente dice eso de que "hay que estar abierto a todo"... yo suelo responder que la vida no da tiempo para leer todo lo bueno que uno encuentra, entonces... ¿ para qué perder el tiempo en lo que se conoce como malo pudiendo ir directamente a lo bueno ?

Saludos

 

Publicar un comentario

<< Home