La afición a los libros
En una entrevista a Vicente Molina Foix, el entrevistador le dice:
- …el afán lector de algunos de sus personajes, tiene tintes casi patológicos, como si encontrara un refugio en el que esconderse de la vida real.” A lo que el escritor contesta:
- La patología de la lectura es una de las “enfermedades” más sanas que puedan imaginarse, y sí por mí fuera, debería inocularse a cargo de la Seguridad Social, mientras dure, a todos los recién nacidos, con lo que se les haría, a la larga, más avispados, menos malhumorados, más curiosos, menos furiosos.”
Como supondran quienes me leen, suscribo las palabras del escritor. Pero añadiré algo: si la herencia en el alma de la lectura de los buenos libros – conviene no olvidar que hay algunos que son pura basura - es algo estupendo, no encuentro palabras para expresar la riqueza adquirida con aquellos que nos hablan de Dios con seriedad, sin pietismo y sin lugares comunes, sino con coniocimiento de causa, bién es verdad que en la medida en que un hombre finito, puede hablar de un Dios infinio.Es decir los que han sido escritos o bién porque han sido santos canonizados o bién por aquellos hombres de mente preclara - filósofos conversos muchos de ellos – que habiéndolo encontrado y teniendo buena pluma – explicaderas – nos han hecho el valioso regalo de su escritura.
Ahora en mi lectura mañanera esto releyendo un hermoso libro que leí a los treinta: “Teología y Sensatez” de J.F. Sheed. Lo trabajé – subrayé – y disfruté en su momento. Creo que lo disfruto aún más ahora. Si alguién, con cierta afición filosófica, lo lee, me lo agradecerá siempre. Es por otra parte claro como el agua, como Benedicto XVI.
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