Sobre el relativismo
Llegó a mis manos esta jugosa cita de Plutarco: “ La mente no necesita ser rellenada como si fuera un recipiente; más bién como la leña precisa una chispa que la encienda y le dé el impulso de buscar la verdad y amarla”. La cita merece la pena leerla dos veces. Una porque el hombre de nuestro tiempo tiene la mente atiborrada de morralla que la publicidad nos mete en ella queramos o no y dos porque el objeto de la mente debe ser buscar la verdad, para orientar bién la propia vida. Porque no todo vale y no da igual ocho que ochenta. La verdad, es algo objetivo, no relativo y con Machado hay que ir a buscarla, si es que uno no la ha encontrado ya.
La cantidad de información diaria que recibimos, y almacenamos, unida a la ideología estatal, que flota en el ambiente que respiramos, puede sumerjirnos en la confusión y en el marasmo y hacernos perder pie incluso a los que creemos tenerlos bién asentados en la realidad. Esa realidad que pasa por plantearse la propia muerte sabiendo que “al final de la vida seremos, juzgados por el amor”, como decía San Juan de la Cruz. Y esa debe ser la verdad que da unidad y sosiego a nuestro hacer diario. Y a nuestra hombría de bién. Nos va mucho, no solo a nivel personal sino colectivo, si dejamos que el relativismo eche raíces en nuestra sociedad. Contra él no deja de advertirnos Benedicto XVI, hombre de cabeza preclara, cuya primera encíclica fue : “Dios es amor”.
Baste lo dicho, porque el tema es inagotable.
1 Comentarios:
Rosa,
Precisamente, sobre la Verdad, ha dicho el Papa en Asís:
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Junto a estas dos formas de religión y anti-religión, existe también en el mundo en expansión del agnosticismo otra orientación de fondo: personas a las que no les ha sido dado el don de poder creer y que, sin embargo, buscan la verdad, están en la búsqueda de Dios. Personas como éstas no afirman simplemente: «No existe ningún Dios». Sufren a causa de su ausencia y, buscando lo auténtico y lo bueno, están interiormente en camino hacia Él.
Son «peregrinos de la verdad, peregrinos de la paz». Plantean preguntas tanto a una como a la otra parte. Despojan a los ateos combativos de su falsa certeza, con la cual pretenden saber que no hay un Dios, y los invitan a que, en vez de polémicos, se conviertan en personas en búsqueda, que no pierden la esperanza de que la verdad exista y que nosotros podemos y debemos vivir en función de ella. Pero también llaman en causa a los seguidores de las religiones, para que no consideren a Dios como una propiedad que les pertenece a ellos hasta el punto de sentirse autorizados a la violencia respecto a los demás.
Estas personas buscan la verdad, buscan al verdadero Dios, cuya imagen en las religiones, por el modo en que muchas veces se practican, queda frecuentemente oculta. Que ellos no logren encontrar a Dios, depende también de los creyentes, con su imagen reducida o deformada de Dios. Así, su lucha interior y su interrogarse es también una llamada a los creyentes a purificar su propia fe, para que Dios – el verdadero Dios – se haga accesible. Por eso he invitado de propósito a representantes de este tercer grupo a nuestro encuentro en Asís, que no sólo reúne representantes de instituciones religiosas. Se trata más bien del estar juntos en camino hacia la verdad, del compromiso decidido por la dignidad del hombre y de hacerse cargo en común de la causa de la paz, contra toda especie de violencia destructora del derecho.
Para concluir, quisiera aseguraros que la Iglesia católica no cejará en la lucha contra la violencia, en su compromiso por la paz en el mundo. Estamos animados por el deseo común de ser «peregrinos de la verdad, peregrinos de la paz»
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Saludos
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