18 junio, 2011

Siddharta

Preocupado el rey Suddhodana, padre de Siddharta, por la profecía de Asita según la cual su hijo despreciaría el trono, el rey encarara el sacrificio en su propia vida vida, para conseguir así, que su hijo no deje de ser rey.En la “Leyenda de Buda”, recientemente publicada podemos leer: “ … el rey se dedicó a la práctica del autocontrol, domó los caballos salvajes de los sentidos, bañó su cuerpo en aguas sagradas para purificarlo, habló de lo que era grato y no de lo infructuoso. Apagó con el agua de las ofrendas la sed de los menesterosos. (…) Todo ello con la esperanza de que su hijo no renunciara al trono”. Hermoso modo de describir algo que hasta hoy se ha
vivido y no puede ser más sensato: la preocupación, en los que quieren ser padres de tratar con su vida módelica, evitar descalabros morales en las vidas de sus hijos. A la obligación – cuarto mandamiento de la ley de Dios - de “honrar padre y madre”,que recordamos quienes estudiamos catecismo - debe seguirse, como la noche al día, que padre y madre sean merecedores de esa honra. Creo que conviene hablar de esto hoy que se rompe un matrimonio por un quítame allá esas pajas y los niños tienen que encarar el primer trauma fuerte de su vida: “¿dónde está papá?”. Luego, cinícamente, nos sorprendemos de que éstos no se interesen por el estudio, no respeten… Termino estas líneas con un ruego: “Reina de la familia, ruega por nosotros”. O como contestaba aquel pequeñín: “ juega con nosotros.”


(carta enviada a "Las Provincias")