14 junio, 2011

Aniversario de Chesterton

El 14 de junio de 1936 murió – nació para el cielo y en buen sitio estará - Gilbert Kheit Chesterton. Quienes me leen saben de mi cariño y mi admiración por él para dejar pasar esta fecha sin comentario. Y hay también una estupenda coincidencia: mi hijo Juan me ha mandado un artítulo sobre él de J.M. de Prada: publicado en “Alfa y Omega” el 27 de septiembre de 2009. En él se confirma lo que ya me barruntaba: que Chesterton tuvo una importancia capital en la conversión de J.M de Prada. Por su interés voy a postearlo entero:

domenica 27 settembre 2009
Juan Manuel de Prada: San Chesterton
En Alfa y Omega, Juan Manuel de Prada propone canonizar a Chesterton, a quien atribuye el milagro de su conversión. Éste es su panegírico, mínimamente abreviado.

Un santo de peso

(...) Como aquellos pescadores analfabetos que un día abandonaron sus barcas, tras escuchar las prédicas de Jesús, muchos lectores de Chesterton hemos sentido, después de leer uno de sus libros, que en sus delicias paradójicas, en su luminoso afán polemista, en sus piruetas teológicas y en sus malabarismos poéticos se cifraba una «emborrachadora verdad que danza y juega», la verdad de la fe cristiana. Y el sabor suculento de esa verdad no nos ha abandonado ya nunca.

Con mi añorado amigo don Eugenio Romero solía conversar sobre Chesterton. (...) De que Chesterton fue santo a ninguno de los dos nos cabía duda alguna: sólo la santidad puede transmitir al arte esa buena salud mental, ese sentido común bienhumorado y aplastante, esa alegría de comprender, de convencer, de disputar que descubrimos en las obras de Chesterton; sólo la santidad puede convertir el catecismo en una novela de aventuras, la teología en una intrépida epopeya, la devoción a la Virgen en un poema romántico. Chesterton estaba poseído de ese amor matinal por la Creación que sólo bendice a los santos; y se pasó la vida entera celebrando todo lo visible y lo invisible, con la exultación de un niño que se hubiese emborrachado con el vino de las bodas de Caná. Decía el gran Leonardo Castellani que Chesterton «tuvo la sabiduría del anciano, la cordura del varón, la combatividad del joven, la petulancia del muchacho, la risa del niño y la mirada asombrada y seria del bebé»; lo cual es tanto como decir que fue un santo, esto es: todo un hombre.

Chesterton fue el poeta del sentido común disfrazado de sinsentido, el príncipe de la sensatez disfrazada de locura. En Chesterton, la verdad se pone a hacer cabriolas, se carcajea de las viejas herejías que nuestra época vende como ideas nuevas, se pasea por el mundo jugueteando con todo lo que pilla, como un niño juguetea con el reloj de su padre. Chesterton destripaba todos los relojes que hallaba a su paso; pero, increíblemente, lograba recomponerlos de tal manera que, a partir de entonces, no se conformaban con medir el tiempo, porque el tiempo es asunto baladí cuando se descubre que los hombres estamos habitados de eternidad.

Fue el más sagaz, divertido y luminoso apologeta de la fe católica; fue un titán de la pluma tocado por la Gracia; fue un poeta que entendió que la fe es, ante todo, exultación y gozo ante las bellezas menudas y descomunales de la Creación. Está pidiendo a gritos que le hagan un hueco en los altares; pero habrá de ser, necesariamente, un hueco espacioso y con una sólida peana, porque, además de santo, Chesterton era un gordo como Dios manda, un gordo con una alegría de vivir de tonelada. Juan Manuel de Prada

2 Comentarios:

At 14 junio, 2011 15:20, Anonymous Anónimo escribió...

Yo creía que De Prada no le gustaba que se le considerase un converso.

 
At 14 junio, 2011 15:53, Blogger filósofo escribió...

Ros,

Se me hace muy raro observar las portadas y los títulos de los primeros libros de JM Prada. Realmente hubo en él un proceso se conversión.

Es curioso que un converso, Chesterton, "convirtiera" a JM. Prada; pero, ¿ qué somos todos sino conversos en camino ?

Saludos

 

Publicar un comentario

<< Home