21 mayo, 2011

Raíces

“Los hombres no tienen raíces, como os árboles, tienen piernas”. Conozco al autor de la frase, aunque éste no me la dijo a mí, sino que alguién allegado a él, me la transmitió. Me dio pena oírlo porque sabía que esa frase era una autojustificación. La persona que la pronunció, procedía de una familia cristiana, sus raíces eran no solo cristianas sino ejemplares, y ella misma lo había sido durante muchos años. Pero un mal día - que tiene remedio, porque salvo la muerte en esta vida nada es irreversible - rompió su matrimonio y decidió vivir bajo la ley de los hombres en lugar de vivir bajo la ley de Dios. Un hecho, en estos tiempos, tristemente corriente.

Justo porque sabía por dónde iban los tiros, contesté a quien me transmitió la frase con la que encabecé estas líneas: “los árboles tienen raíces, porque estando donde están dan gloria a Dios, los hombres tienen piernas porque son libres de dirijirse por el camino del bien, para dar así gloria a Dios o de equivocar la ruta.” Llegado a este punto, conviene no olvidar – para no ponerse moños – que la perseverancia en el camino recto es una gracia de Dios, así como que es una verdad innegable que el Señor “comía con publicanos y pecadores” porque como él mismo dijo: “no tienen necesidad de médico los sanos sino los enfermos”. Pues todo eso.