Ángeles
El 6 de abril a las cuatro de la tarde, sin avisar, vino a verme Ángeles con una maceta de rosas escarlata. Ángeles y yo somos amigas, a pesar del desnivel. ¿Desnivel? ¿Qué desnivel? Le llevo siete años. Yo estudié Químicas, me casé con un arquitecto y desde siempre los buenos libros no se han caído de mis manos. Ella a los 9 años, con su hermano pequeño en la cadera, iba a trabajar al campo, en Palma del río (Córdoba). La conocí, hace treinta años, vino a mi casa a ofrecerse como asistenta recomendada por Carmen, la asistenta que dejaba el puesto. La entrevista me dio buena onda. Reconozco que estuve un poco chinche. Las “señoritas”, conscientes de su fragilidad se atrincheran, ante quienes saben inferiores. Nada espabila tanto como tener que buscarse el bollo desde niña. Pero las dos éramos buena gente. Nos entendimos: vendría a trabajar tres horas, dos veces por semana.
Hace años que su teléfono móvil figura en mi lista. Esta vez cuando ella llamó, lo cogió Juan. Ángeles desde que era niño ha tenido debilidad por él. “¡Hombre, Ángeles¡” dijo sonriendo con voz festiva. Ella se emocionó: “¿Cómo me has conocido? – ni por asomo se le ocurrió que él había visto su nombre en el móvil. Él, pillo y seductor como siempre: “¿Cómo no te voy a conocer con ese acento andaluz?”. Cuando Ángeles vino a verme, me lo contó, y recordó algo también algo que él le dijo, cuando era niño: “Ángeles: ¿por qué nos tenemos que llevar tu y yo tan mal?”. La frase venía a apropósito del: “¡No pases a la cocina que el suelo esta mojado¡”. Él como siempre hizo lo que le dio la gana, pero con clase. Cuando yo quería que Juan fuera cura, tenía mis razones, porque siempre se metió en el bote a quien quiso. Hoy Juan tiene dos hijos a la pequeña Lucía la bautizaran; Dios mediante el 24 de mayo´, festividad de María Auxiliadora. Dios sabe más, y no se deja organizar.
Ángeles ahora, con 63 años jubilada de sus casas se pasa el día “aguantando”. Lo lleva haciendo la vida entera. Es como dicen en Aragón “su contrario”. “Los hombres no se desarrollan, envejecen. Las mujeres nos desarrollamos. En su caso, no le falta razón podría dar buena cuenta del “desarrollo” de Ángeles, pero entonces no pondría pounto final.“¿Pero qué haces que no estás a mi vera?” le dice a veces. No comprende que ella tiene que limpiar, cocinar y cuidar a sus seis nietos, mientras que él no da brote.
1 Comentarios:
Rosa,
¿ Qué motivos hay para que las vds. las mujeres siempre hayan sido tan responsables y en cambio los hombres seamos unos truanes escaqueados ? Dicen que la educación machista. Yo lo de machista me suena muy mal, como a discurso progre, así que lo dejo en mala educación. Es que parece que las mujeres no han sabido educar especialmente a los vástagos macho y se les ha consentido todo... bueno... supongo que irá por barrios... no creo que en el barrio de vd. la cosa fuera así, pero como diría aquel "vd. ya me entiende"... en fin... misterium hominie.
Saludos
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