03 mayo, 2011

La Invención de la Santa Cruz

Antes, e l 3 de mayo era el día de las cruces de mayo. Cruces de flores aparecían en barrios y esquinas, hoy algunas quedan. En los centros del Opus Dei, la gran cruz negra de madera que situada en el anteoratorio, aparece este día enteramente cubierta de flores: rosas o claveles rojos y también ramas verdes. Es precioso verla. Aparece por la mañana en toda su esplendor y a media tarde la quitan. No hay tiempo a que pierdan lozanía las flores en ella. Ha cumplido su misión. Nos recuerda que esa cruz diaria que todos tenemos es hermosa y fecunda:

“Si la vida se vacía de la cruz no tiene ya sentido, sabor ni valor. Quien intentase cerrar las páginas del Evangelio que documentan el trágico epílogo de la vida terrena de Jesús, anhelando un Evangelio más fácil, más cómodo, más conforme con uyn medio acomodaticio de la vida, reduciría el Evangelio de Jesús a un documento del pasado, a una palabra inerte, a una narración sin vida y sin capacidad de salvación. El Señor ha salvado al mundo con la cruz; ha devuelto a la humanidad la esperanza y el derecho a la vida con su muerte. No se puede honrar a Cristo si no se le reconoce como Salvador, si no se reconoce el misterio de su santa cruz.”
(Juan Pablo II, “Orar”)


Pues eso.