05 mayo, 2011

Me gustó (tertulia literaria)

Habla Hellmut Laun en su libro – que recomendé aquí - “Como encontré a Dios”:

“…El segundo recuerdo de aquella visita a Salzburgo es la misa temprana en la Iglesia de San Francisco, cuya celebración seguí con más emoción que nunca. La belleza del templo, la atmosfera sacra y el valir infinito del mismo santo sacrificio, me parecía que todo me había sido dado por primera vez y me conmoví por dentro. Una joven estaba arrodillada no lejos de mí y me llamó la atención su actitud devota y piadosa. Aunque estaba recogido y pendiente de la misa, no pude eludir que un pensamiento como un relámpago recorriera mi frente: “Sería una buena esposa para ti Hellmut¡”. A lo que siguió enseguida la respuesta: pero olvídala, y a todas las mujeres¡¡Vas a ingresar en un monasterio”

“En efecto, la olvidé a ella y a todas las mujeres por muchos meses, y me quité de la cabeza la idea del matrimonio. Sin embargo, dos años después aquella joven se convertiríua en mi esposa¡

Copio otro trozo bonito del mismo libro un poco mas adelante:

“Cuando pienso en él (Hildebrand) y en sus escritos sobre el amor verdadero, sobre el significado del amor de los esposos – tal como Dios lo quiere - , y la pasmosa belleza que entraña, y lo comparo con los mezquinos sustitutos que a menudo se hacen pasar por amor, recuerdo las palabras de Santa Teresa de Ávila y empiezo a comprender su verdad: “El camino al infierno es un infierno, y el camino al cielo es un cielo”.

Hace años, en una interesante novela de H. Böll: “Y no dijo una palabra”, encontré un pasaje bonito en el que el protagonista se queda conmovido al contemplar el hermoso rostro de una mujer joven rezando en la penumbra de la iglesia. Quienes hemos vivido esas situaciones – lo mismo nos ocurría a las chicas con ellos – sabemosque hay un valor añadido a la belleza, masculina o femenina, cuando ésta tiene esa componente espiritual absolutamente necesaria.