La pescatera de Londres
Me contó mi hijo Juan ( filósofo) una tarde de sol mientras íbamos juntos a recoger a Álvaro al parvulario del Politécnico, una anécdota de David Hume que me pareció simpática. Hela aquí:
El filósofo David Hume (1711) no se casó o bien se casó con su filosofía. Debía ser un hombre sosegado. Él mismo decía que al no tener hijos ni nadie a su cargo, no tenía excusa ante la muerte, para pedirle una prórroga. Ya de viejo, consiguió poder hacerse una casa en Londres. Un día veía de ver las obras de ésta cuando cayó en una profunda zanja de la que se veía imposibilitado para salir de ella. En esas estaba cuando pasó por allí una fuerte y voluminosa mujer que vendía pescado en el mercado. Lo conoció y le dijo más o menos esto: “David Hume ¿qué hace en esa zanja?” El filósofo le explicó que había caído en ella y era incapaz de salir. Ella continuó: “¡Usted ha dicho muchas cosas contra Dios que no son verdad¡
Si quiere que le ayude a salir, tiene que retractarse de ellas”. David Hume no tuvo ningún reparo en retractarse de todas ellas para poder así ser ayudado por la pescatera.
¡Eso son mujeres¡, digo yo¡ . Quienes con sus agallas y sentido común – que necesario es en este momento que se llama “trabajadora ecológica” a una barrendera, siendo así que lo bueno si breve…- son capaces – sobre todo si hay una zanja por medio – de poner los puntos sobre las íes a cualquier hombre por muy filósofo que sea. La mujer ha sido siempre más sabia que el hombre porque su cuerpo está diseñado para albergar la vida. Ha sido. Desde que trata de desconectar el sexo con la transmnisión de la vida, no le auguro mucho despeje.
1 Comentarios:
Excelente!! me encanta! asi debíamos ser todas, que agallas , que sencillez , que fuerza!
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