08 abril, 2011

La bendición de la mesa

En casa, antes de comer se bendice así la mesa: “Aquel Niño Dios, que nació en Belén, bendiga la mesa y a nosotros también”. A veces mi hijo Juan se adelanta voraz, tenedor en ristre, tras pronunciar esta frase: “ ¡Qué Dios bendiga, lo que caiga en la barriga¡”. A mí no me parece mal, pese a que nuestra bendición no puede ser más corta. Cuando era niña, en Albalate del Arzobispo, en casa de mi tío Gregorio, éste antes de empezar decía solemnemente: “ Bendice Señor estos alimentos que vamos a tomar para mantenernos en vuestro santo servicio.”Bendición que siempre critiqué mentalmente, quizá porque en aquellos tiempos lejanos, en su mesa no faltaban los langostinos y el jamón y el helado de vainilla hecho a mano con garrapiñera.

Leyendo hace un rato un libro interesante, escrito por quien no era escritor: “Como encontré a Dios” de Hellmut Laun. Me he encontrado con otra bendición de la mesa:

En Viena, después de primera guerra mundial, en el salón literario de Frau Waldeck, al que acudían artistas e intelectuales de edad y educación variada, Theodor Kern, hombre vivaz y alegre con un fuerte sentido del humor, pintor, que había vivido varios años en Londres y París y por sus escasos medios económicos era protegido por la anfitriona, nos cuenta Laun en su libro que “ En la primera cena que compartió con nosotros, varios notamos que hizo la señal de la cruz antes de comer y permaneció unos momentos en silenciosa oración. Lo hizo sin ostentación pero al mismo tiempo sin ningún remilgo por estar en presencia de otros diez huéspedes. Aquellos que lo habíamos observado nos miramos significativamente. Yo estaba asombrado, no tanto por lo que había hecho, sino porque tuviera el valor de mostrar sus convicciones y de atraerse así, de aquella extraña manera, la atención de los demás.”

Otro gallo nos cantara si por tontos respetos humanos no hubiéramos perdido costumbres cristianas que han vivido con naturalidad nuestros ancestros.

1 Comentarios:

At 09 abril, 2011 08:53, Blogger filósofo escribió...

Rosa,

Recientemente, fuimos invitados a comer a casa de unos conocidos cuya práctica y vida católica deja mucho que desear; después de pedir permiso para bendecir, lo hice. Por cierto, el gazpacho manchego que hizo la anfitriona estaba riquísimo.

Saludos

 

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