16 febrero, 2011

Más sobre Hildebrand ( última entrega)

El que esté en pie, cuide no caiga. Y digo esto por que Scheler que condujo a miuchos a la Iglesia, aparentemente murió fuera de ella:

“ El mayor regalo de Max Scheler a Dietrich von Hildebrand fue abrirle el mundo de lo sobrenatural; de este modo puso a disposición de su amigo tesoros que solo podían haber sido originados por el mismo Dios como por ejemplo, el mandato de amar a los propios enemigos, que ninguna mente humana podía haber “inventado”.

“Como Edith Stein siete años más tarde, el amor por la sabiduría del joven doctor en filosofía ( Hildebrand), nunca decayó . Ahora sin embargo, la verdad filosófica, importante como era y como se mantuvo a lo largo de su vida, fue infinitamente trascendido por una sabiduría que nunca había entrado en cabeza humana. De ahora en adelante la verdad no se iba a encontrar solamente en razonamientos y proposiciones: la Verdad era una persona viva, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, el Salvador del mundo, a quien él podía dorar. Desde su juventud, Dietrich había reverenciado la verdad natural. Ahora pretendía adorar la verdad y de rodillas, pues “Dios había exaltado a Cristo sobre todas las cosas y concedido el nombre sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús se doble toda rodilla en el cielo y en la tierra” (Flp 2, 9)”

“En su huída de Alemania – un periodo de intensas pruebas y sufrimiento – había algunas luces que brillaban en la oscuridad. Una de ellas era una radiante caridad cristiana. Desde marzo de 1938 hasta que llegaron a suelo americano el 23 de diciembre de 1940, Dietrich y Gretchen (su mujer) dependieron totalmente de la caridad ajena.”

El 29 de julio de 1940 nací yo y a los setenta he leído estas cosas al sol en una terraza de mi barrio. Dietrich von Hildebrand, se cuenta ya entre mis amigos.