14 febrero, 2011

14 de febrero de 2011

En el Opus Dei hoy es un día bonito: el 14 de febrero de 1930 Dios quiso que existieran mujeres en la Obra. Era necesario. San Josemaría – que una vez dijo: “Nunca habrá mujeres, ni de broma, en el Opus Dei” cambió de opinión cuando, ese día en la misa, Dios le hizo ver que su voluntad es que las hubiera. Y, dócilmente, se puso a la tarea de buscarlas y formarlas. También debemos a un 14 de febrero, años más tarde, la fundación de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz y Opus Dei: la gozada que supone tener los sacerdotes de la Obra.

No parece pues desacertado que comparta un párrafo de la carta que Don Javier Echevarría – el Padre del Opus Dei- dirigió a sus hijos, y a quien quiera leerla - está en internet- el día 1 de febrero de este año. Aborda un tema interesante: ¿quién no ha pensado alguna vez que no se puede ser siempre bueno y que algún respiro hay que tener coqueteando con el mal, aunque no sea más que para variar? El párrafo al que aludo dice así:

“Hace años, al comienzo de su pontificado, Benedicto XVI ponía en guardia contra una tentación frecuente en el día de hoy: la de pensar equivocadamente “que la libertad de decir no (a Dios), el bajar a las tinieblas del pecado y querer actuar por sí mismos forma parte del verdadero hecho de ser hombres; que solo entonces se puede disfrutar a fondo de toda la amplitud y la profundidad del hecho de ser hombres, de ser verdaderamente nosotros mismos; que debemos poner a prueba esta libertad incluso contra Dios, para llegar a ser realmente nosotros mismos. En una palabra - decía el Papa -,pensamos que en el fondo el mal es bueno, que lo necesitamos al menos un poco para experimentar la plenitud del ser”
(Benedicto XVI, homilía en la solemnidad de la Inmaculada, 8-12-2005)

Y seguía diciendo el papa: “ podemos ver que no es así, es decir, que el mal envenena siempre, no eleva al hombre, sino que lo envilece y lo humilla; no lo hace más grande, más puro y más rico, sino que lo daña y lo empequeñece.”

Quizá esta “entrada”ayude a alguno a no “hombrear” y a creer que uno es realmente grande cuando somete su voluntad a la de Dios