11 noviembre, 2010

Recién leído

Acabo de leer éste largo párrafo de San Josemaría, que recoge Pilar Urbano en su precioso libro “El hombre de Villa Tevere”. En más de un sentido,parece dirigido a quienes hoy vivimos. San Josemaría murió en 1975.

“Hemos tenido que soportar - y como me duele el alma recoger esto – toda una lamentable cabalgata de tipos que, bajo la máscara de profetas de tiempos nuevos, procuraban ocultar, aunque no lo consiguieran del todo, el rostro del hereje, del fanático, del hombre carnal o del resentido orgulloso. Hijos, duele, pero me he de preocupar, con estos “campanazos”, de despertar las conciencias para que no os coja durmiendo esta marea de hipocresía (…) A este descaro corruptor hemos de responder exigiéndonos más en nuestra conducta personal y sembrando audazmente la buena doctrina (…) Hijos, no os durmáis en un quehacer rutinario. Sentid el desvelo por cumplir el bien, que el tiempo es corto. No os acobardéis jamás de dar la cara por Jesucristo (…) el remedio de los remedios es la piedad. Después de haber rezado mucho y de haber empujado a otros a rezar durante largo tiempo, os he comunicado las disposiciones que en conciencia estimaba prudentes, para que vosotros contaráis con unas directrices seguras de orientación (…) en esta casi universal deserción moral. De esta manera, además, nos evitamos que venga a la Obra alguno para causar perjuicios, porque no resistiría este empeño de humilde entrega, de lucha y de madura abnegación.”

Han pasado muchos años desde que el Padre – así le llamamos quienes le queremos – decía estas cosas y hemos podido comprobar en carne propia como su desvelo nos confirmó en un camino, que desgraciadamente algunos de nuestro amigos, arrastrados por la marea, han perdido.

Si lo han hecho, es muy posible que tengamos culpa en ello: quizá no hemos rezado bastante, pero para ello siempre estamos a tiempo.