01 noviembre, 2010

Día de Todos los Santos

El Día de Todos los Santos, ha sido siempre para mí un día alegre. Los de “Hallowen”, con sus macabreces, están a mi juicio – como diría mi madre – tocando el violón. Respecto al violón, hay que decir, que mi madre no tenía, mucho sentido musical pese a que de niña mi la mandaban a clases de violín.

Mi abuela Rosa era una moza de Ejulve, sin estudios, despejada, buena y sin dinero, de la que mi abuelo, sin un duro como ella y cinco años mayor, se enamoró en el acto.Como toda mujer, tenía aspiraciones: sus hijas estudiarían Música: Pilar, piano y Rosa, violín. “Rosa, llevas el violín como si llevarás una raqueta” le dijo una vez un mozo con sorna, a mi madre. Las clases de violín, duraron poco. Como diría Felipe II a raiz del desastre de “La Armada Invencible”: no se puede luchar contra los elementos. “Si natura non dat,…” Mi abuela tuvo que resignarse. Pilar y Rosa irían al Colegio de Santa Ana, hasta casi los veinte años y las monjas les enseñarían a pintar al óleo ciervos en la espesura, bodegones con cacharros de cobre, uvas, un pan de hogaza y un triste pescado, a bordar primorosamente, y algunas nociones de no se sabe de qué. Al menos mi padre nunca lo supo: “¿Pero que te enseñaron las monjas yendo al Colegio hasta los veinte años?” Pese a lo cual, mi padre no mandaba una sola carta a la autoridad militar sin leérsela antes para saber su opinión. Mi padre era inteligente. Una mujer, solo por serlo, sabe mucho.

Los otros dos hijos de mi abuela, había otro Luis pero se murió de meses, serían César y Gregorio: dos mozos valientes en tiempos de guerra, uno Abogado y otro Médico. Ahora caigo en la cuenta que mi tía Pilar, que cuidó al pequeño Luis, se casaría con otro Luis: Luis Bueno. Mi abuela moriría en casa de ese matrimonio. Dios que se llevó a su hijo Luis, le dio otro Luis que además de Médico, era Bueno.
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El Día de Todos los Santos es el día de toda esta gente. De nuestra buena gente. De cuantos murieron en gracia de Dios. Familiares y amigos que después de una probable estancia en el Purgatorio están ya gozando de Dios “para siempre.., para siempre.., para siempre…” como decía Santa Teresa.