Mucho nos ha dejado
Creo que la visita de Benedicto XVI, a Santiago y Barcelona ha conmovido a todos los hombre de buena voluntad. Nos ha dejado la paz que anunciaron los ángeles en Belén. No podía ser de otra manera. Como tampoco podría ser de otra manera que los que prefieren las tinieblas a la luz, “porque sus obras son malas” – no olvidemos el tema del aborto -, traten de anular esa siembra de verdad y de belleza que su estancia entre nosotros ha supuesto. No es de extrañar sino de esperar. También los fariseos estaban a la greña con Jesús, pese al gran aguante que tuvo con ellos. Solo con tener ojos, oídos y un entendimiento medianamente lúcido, se saborea el haber podido y oír al Papa. Dicen que Barcelona ha acompañado al Santo Padre pero el recibimiento ha sido tibio. Conviene recordar que muchísimos lo hemos acompañado con nuestra oración y lo hemos seguido por televisión, sin perder coma. Daba un poco de vergüenza no estar allí, pero además de la crisis, hay mucha gente mayor en España. Viajar a verlo no es fácil. El es también mayor, aunque no lo parece: el alma tira del cuerpo, siempre ha sido así. pero él es Padre y ya se sabe: “un padre para cien hijos y cien hijos para un padre”. Ver la misa en Sagrada Familia era estar en el cielo. ¿Hay algo comparable al esplendor de la liturgia en un ámbito creado por un Arquitecto genial que está en proceso de Beatificación? La visita del Papa traerá conversiones y eso a algunos les escuece.
(Carta enviada a "Las Provincias")
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