El puente
Desde mucho tiempo antes, de que sea visible en el horizonte del calendario, la gente, nuestros hijos, empiezan a hablar de “el puente”. Y nosotros, los mayores – lo de “la tercera edad”, como dice Felipe González es cursi – que nos vamos a quedar en la ciudad, mientras los demás emigran, empezamos a ver “el puente” de una magnitud parecida a la del acueducto de Segovia. La imaginación es así, hace montañas de un grano de arena. A la imaginación hay que tenerla muy controlada. Porque como decía Santa Teresa, cuya fiesta parte por la mitad el mes de octubre, la imaginación es “la loca de la casa” y los locos no suelen ser buenos consejeros . A mi hermana Carmen – que en el cielo está – le gustaba mucho una frase de un comediógrafo cuyo nombre no recuerdo: “No son de cerca los hombres ni tan grandes, ni tan chicos.”. Creo que eso mismo puede aplicarse a los puentes. Cuando este pase, llegará, Dios mediante, el de la Constitución, de la que – dicho sea de paso - a penas se acuerda nadie salvo cuando llega el puente de Inmaculada. Que no cunda pues el pánico entre quienes nos quedamos aquí. No estamos solos: nos quedamos con Dios, con nuestro entorno, amigos, aficiones y descanso . Irse “de puente” no es ninguna obligación, aunque en estos tiempos lo parezca.
(carta enviada a "Las Provincias")
1 Comentarios:
Rosa,
Si Felipe González es el que yo me sé, ¿ no hay nadie más del que copiar citas cuya vida sea más parecida al Evangelio ?
Lo siento. Pero tenía que decirlo.
Saludos
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