29 junio, 2010

Encuentro

El día 26 de junio yendo a la misa de San Josemaria, me encontré con Pilar en la parada del autobús. Pilar estará por los sesenta, es soltera, buena, ingenua y muy religiosa.. Le encanta la música, no se pierde un concierto en “El Palau” y forma parte de un coro que canta en bodas, misas solemnes..Hace años me contó, pero no soy capaz de recordarlo, que desde muy niña supo que Dios la quería para Él. Se que cuando lo hizo, el relato me impresionó. Pilar tiene una cierta epilepsia y ha vivido con su madre y su tía Trinita a las que ha cuidado hasta que murieron. Su madre, estuvo muchos años en coma. Cuando supe lo mucho que ésta había trabajado para la Iglesia, no comprendí lo del coma de años.Pero claro, a Dios no siempre se le entiende. Para esa falta de “despeje” conviene no olvidar que entendamos o no, Dios sabe más.

A Pilar, si se le escucha, le gusta mucho hablar: “Mi hermano (catedrático de universidad) – me dijo – cuando se deja de hablar de él, se acaba la conversación. Tiene un yo tan grande que no puede concebir que alguien sepa mas que él de nada”. Y continúo diciendo: “Dios a cada uno le da su don, a mí me ha dado el de la música. Aprendí a tocar el piano antes que a leer. A los cuatro años ya era capaz de repetir la melodía de una banda de música que pasara”. Me encantó. Pilar cuando habla de la música, se transfigura. Muchas veces he pensado que su vida no tenía aquí demasiadas compensaciones humanas y que por tanto tendría mucho en el cielo. Que estupendo que para vivir tal vida Dios le haya dado el don de la música. .

Cuando hace años me habló de su madre en coma me dijo: “Pero mi madre, aunque tenemos que moverla con grúa, está muy bien cuidada y aunque no hable, con la mirada agradece el cariño que recibe. Y quizá porque ella está así, en mi casa hay unión y los sobrinos cuando vienen lo notan y no se van sin entrar a darle un beso a la abuela”.

Después de morir la madre de Pilar, ésta me dijo: “¡Fijáte: ha muerto el día de la Virgen de los Desamparados, y justo a la hora en que tocaban las campanas porque la Virgen entraba en la Basílica, después de la procesión”. Y al decírmelo, a Pilar se le iluminó la cara.