14 marzo, 2010

Retazo del pasado

- ¿ La hostería de “El Laurel?
- En ella estáis, caballero
- ¿Está en ella el hostelero?
- ¡Estáis hablando con él¡

Al día siguiente de haber visto el Don Juan de Zorrilla, estuve todo el tiempo recitándome este soniquete y la cverdad es que me acompañaba. Alguien bondadoso había puesto en Interne la versión de “Estudio 1” que vimos, los que lo vimos, hace una montonada de años. Cuando teníamos a la suerte de que la tele diera teatro un día en semana. Esperábamos con ilusión “Estudio 1” . Allí veíamos a esa gente tan simpática: Sacristán, Agustín Gónzalez, Fernando Fernán Gómez, Antonio Landa, Jose Luis López Vázquez y tantos otros… Una gran deuda de gratitud para con todos ellos y con un entorno creo que más humano: tras el trabajo del día: el merecido descanso: una obra de teatro que podíamos ver la familia, entera, que entonces no estaba como ahora amenazada en su raíz, y reírse a gusto con obras de Arniches, Antonio Paso, Los hermanos Quintero, Muñoz Seca…A veces había teatro clásico. También se agradecía. Y la noche del 1 de noviembre, “noche de ánimas”,no Hallowen, : impepinablemente el “Don Juan”. En la versión que digo,.una Conchita Velasco jovencísima de “Doña Inés” y un apuesto Francisco Rabal de Don Juan:
“¡Clame al cielo y no me oyó / y pues las puertas me cierra / de mis pasos en la tierra / ¡responda el cielo y no yo¡`”.

Pasé un buen rato, y supe una vez más que la mayoría de los jóvenes hoy, no están en condiciones, por supina ignorancia del catecismo de la doctrina cristiana, de entender la obra de Zorrilla. ¡Que le vamos a hacer¡ Claro que por la misma razón: total desconocimiento de la Historia Sagrada, no están en condiciones de entender de que van gran parte de los cuadros del Museo de “El Prado”, ni los capiteles de las columnas del claustro de Santo Domingo de Silos.

Por cierto, que estoy leyendo una vida novelada de San Antonio de Papua y al verme con ella, Pedro, el amable conserje de mi casa dijo: “¡San Antonio¡ :¡ el 13 de junio¡”. Fue una grata sorpresa.

He vuelto a ver de nuevo “El gatopardo”. Aburre un poco, pese al magnífico palacio en que está rodada y a la magnífica interpretación de Burt Lancaster que hace de un Príncipe de Salinas inolvidable. Me he alegrado que mi hijo Juan, que de cine entiende lo suyo, estuviera de acuerdo conmigo en que a Visconti la película se le va de las manos. Le sobran metros. Pobre Visconti… ¡Tanta sensibilidad, tanta nostalgia…¡ La vida, solo de tejas abajo, no compensa, digo yo.