28 febrero, 2010

Respiro

El Chritsma que recibí de Riga estas Navidades que incomprensiblemente estaba sin abrir, traspapelado entre tanto papel inútil, es como una brisa suave en medio de la cuaresma, porque habla, con ternura, de Jesús Niño. Y desde ahora, me va a servir para encomendar a D., Pablo Gil y su trabajo en Latvia. Así pone él en el remite, entre paréntesis, el nombre de Letonia. Su madre me contó hace tiempo, el que estuvo que estar estudiando letón ocho horas diarias. Y también la emoción de poder confesar en ese idioma y predicar por primera vez en la catedral. Copio solo algunos párrafos:

“….para que se contagie del divino contento que tendrían María y José recibiendo a ese Niño, que era Dios: era toda la sabiduría, la Prudencia, la Majestad, pero con bracitos frágiles y bostezos y sueño- como el de los niños.
Verdaderamente hombre lo contemplamos, asumiendo estrechez tras estrechez para dar gracia sobre gracia: la paz, la alegría, de la que Él es Fuente.
Que hermoso catalizador es para nuestras lentas reacciones de amor este poquito mirarlo cada día.”

A mi me ha emocionado este joven corazón sacerdotal ( estamos, por deseo del Papa en un año sacerdotal, traducido en pedir por la santidad de los sacerdotes y por el aumento de las vocaciones sacerdotales). Y me ha hecho sonreír un guiño: su madre y yo, Químicas ambas, sabemos de la eficacia de los catalizadores.

Domingo familiar me espera: a comer unos…, a merendar otros... El trabajo no va a faltar, esperemos que la alegría y la paz tampoco. Si puedo, escribiré esta noche. .