09 marzo, 2010

Que cada cual, le ponga sal

Estos días en “La Lloma”, aún con silencio nos hemos reído en charlas y meditaciones. Lo cortés no quita lo valiente y el buen sacerdote – de muchos años que nos predicaba, al hilo de la predicación y sin que ésta perdiera, también sabía hacernos reír. Sabido es que hay que “saber” contar chistes. El tono de voz, y la mímica ayudan al texto. Por eso he empezado diciendo que cada cual, le ponga sal.

Lega un hombre a su casa con una borrachera como una cuba. Le abre la puerta su hijo mayor y le dice: “Papá, tienes una borrachera perfecta”. A lo que el hombre contesta: “Pues ya verás como tu madre le encuentra algún defecto.”

Isabel que nos dio una corta – lo que se agradece - y amena charla sobre el matrimonio, nos contó otra historia de borrachos. Ahí va:

Está un hombre en la calle a cuatro patas, como buscando algo. Se le acerca otro y le dice: “Señor,¿ perdió algo?” y el hombre le contesta: “ Perdí, señor, perdí. Perdí el equilibrio y no se como recuperarlo”.

Bueno, como cantábamos de parvulitas al acabar las clases: “¡Basta por hoy de estudios y lecciones¡ Ciérrense ya las puertas del saber..”

Me voy a desayunar con una amiga. Espero pasarlo bien. Seguro.