Cosas que quiero contar
El 21 de diciembre del 2009, que registraba en mi “blog” 800 entradas, hacía siete años que llegaron a Valencia desde Rusia mis nietos, con cuatro y tres años respectivamente, Alejandro y Marta. Me encantó que el número de entradas en ese día fuera un número redondo y contundente.
A propósito de “respectivamente” recuerdo, parece que la esté viendo, que mi hermana Carmen, cuando tendría alrededor de los siete años, les dijo a mis padres hablando de sus notas: “he sacado un cinco en Matemáticas, respectivamente”. Se rieron y yo, con nueve años, supe porque lo hacían.
Sin embargo, a veces los niños utilizan perfectamente un lenguaje un lenguaje culto que no se espera de ellos. Mi nieta Vega que no ha cumplido aún los cuatro me dijo el otro día no se a cuento de qué: “ yo me he confundido…” Y Marta, la rusita, que tiene diez le dijo ayer a su madre:
“ Mamá: he recapacitado y no debía haberme enfadado contigo esta mañana”. Además “la lingüística” empleada, me alegró su buen corazón.
Un consuelo el que los niños de mi casa hablen bien en el tiempo del “mogollón” “superguay” y “además, de verdad”. Frase ésta que “me pone de los nervios” por la falta de imaginación que supone, no construir una que no sea un topicazo y ofrezca al diálogo un poco de uno mismo.
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