26 diciembre, 2009

A estas horas

A estas horas

Son poco más de las cinco y media de la mañana. Me he desvelado: pienso en demasiadas cosas. Escribiré algo y volveré a la cama: mañana es sábado..Tengo mucho que contar y mucho que agradecer. “El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres”.

A estas horas muchos cartujos y cartujas, y quien sabe si carmelitas, estarán en el coro alabando a Dios. Las carmelitas no tienen asientos en el coro, rezan de pié. Quiero, escribiendo, unirme a ellos.

Tuve un bonito día de Navidad, iniciado con la oración ante el belén.
Inagotable el pequeño relato de San Lucas. No quiero que el Señor crezca. Crece demasiado pronto, como los hijos. En cuanto te das cuenta ya estás en el Jordán. El Jordán me recuerda a Mary Ángeles. Allí estuvo este agosto en el cincuenta y tantos aniversario de su bautismo…, pero no quiero irme por las ramas.

Pude quedarme en casa y descansar. Comí solo con mi hijo mayor que se quedó toda la tarde conmigo trabajando en el portátil ( que buena compra y que amortizada) que está fijo en lo mejorcito del cuarto de estar sobre una mesa preciosa heredada del “ celestial abuelo”. Cuando vienen mis hijos a casa, cedo el portátil y me dedico a la lectura. Buena compañía, ambiente cuidado ( amo mi bonito salón cuarto de estar) silencio, trabajo…

Ayer lo pasé en grande, pero en grande volviendo a leer ( que Dios me conserve la vista) “La última del cadalso” de Gertrud von Le Fort. Hablaré de ello.