Tertulia navideña
Aprovechando que el 29 de diciembre permite un pequeño respiro hasta Nochevieja convoqué, junto a mi flamante belén, a cinco compañeras de Colegio, algunas de las cuales no se habían visto desde entonces…
Estuvimos a gusto recordando a las monjas y hablando de trivialidades… clase). Una de ellas ( siempre pasa) después de poco más una hora se levantó para irse y las demás, que se las veía a gusto se sintieron obligadas a imitarla. Lo sentí, las tertulias deben ser largas. Solo al final, si se ha conseguido un clima, la gente habla de lo que realmente le importa. De hecho, ya de pié junto al espejo dorado, que tanto me aprecio, una contó que su marido había estado treinta años con arterio esclerosis múltiple…, otra que se sintió con libertad, para “curiosear las fotos de mis nietos”, dijo que su marido había estado en coma durante mucho tiempo… En fin, la vida...
Cuando esto escribo, me viene a la cabeza lo que cantábamos de párvulas en el atrio del Colegio, antes de empezar las clases: “ La cruz en la escuela nos quieren quitar / de allí mano impía la quiere arrancar / Oh¡ que fecunda luz / da la divina cruz…”.
Ya hacia el final de la vida, allí, de píe cerca del Portal estábamos un grupo de mujeres, que habíamos llevado el peso de la vida con dignidad y fortaleza, que Dios da si se le pide porque la fortaleza, como todo lo demás es prestada. La educación de las monjas que habíamos recibido y el ejemplo de nuestros padres estaba al principio del camino.
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