El puente de la Inmaculada
Estos días la gente emigra y muchos otros nos quedamos en Valencia en el puente de la Inmaculada. Me fastidió que se hable del puente de diciembre y tampoco lo del puente de la Constitución – que Dios sabe las que tendremos – me convence nada. Donde hay patrón no manda marinero.
Algunos de los que nos quedamos, vamos a la novena en honor a la Virgen. Se celebran tres, predicadas por sacerdotes del Opus Dei: la de San Juan y San Vicente, la de San Andrés y la de San Juan del Hospital, todas a las ocho de la tarde. Hay también otra más a las siete y media en el Patriarca: la de los Abogados. La novena consiste en misa, con cantos bonitos, homilía de quince minutos, cuidada y amena que se hace corta,y canto de la “Salve Regina”.Y a casa tan contentos, porque la verdad es que de la novena, se sale más alegre que se entra. Y no solo por la predicación sino porque las iglesias se llenan de gente y todos necesitamos – no solo los del botellón sentirnos acompañados.Al fin y a la postre, hermanos somos y en el camino estamos.
Al salir,siempre se queda uno con algún verso, chascarrillo o anécdota con miga. Ayer me quedé con uno que hacía referencia al espíritu de servicio que debe caracterizar a un cristiano y que hoy es tan raro de encontrar, atrincherados en nuestros derechos. Dice así: “Vales, si amas / amas, si sirves, sirves, si sabes”. ¿A que es certero?
En la misma línea, volvimos a oír unas palabras de Rabindrath Tagore que conocíamos bien muchos universitarios de los sesenta: “Soñé que la vida era alegría, desperté y vi que la vida era servicio, después comprendí que el servicio era alegría.” ¿Las saben también los universitarios hoy?.
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