22 noviembre, 2009

Fina

Hace dos días me dijeron que había muerto Fina, Fue el 19 de noviembre, aniversario de la muerte de Franco. ¡Que cosas¡ porque Fina era “muy de derechas”. Una embolia, después de dos meses “químio” por un tumor cerebral. Tenía 72 años. Me impresionó. La conocí en Rubielos, las dos éramos madres jóvenes. Un día se presenta en mi casa trayendo una sudadera con capucha de uno de sus hijos: “ estó puede aprovecharlo uno de los tuyos”. Me sentó un poco mal, pero disimulé. “¿A santo de qué me trae ésta, ropa vieja?”, pensé. Entonces no había trasiego de ropa. Hoy, mis hijas y sus amigas se pasan: ropa normal, de embarazadas, de niños… En las casas hay siempre bolsas de plástico con ropa clasificada: esto a Pro-vida, esto a fulanita, esto al contenedor….Hay que reconocer que es bonito. Una de las buenas cosas de la globalización.

La sudadera era mona y Juan con diez años estaba bonísimo con ella. Parecía un cartujito. Acabábamos de estrenar la casa de Rubielos. Un chalet hermoso, construido en piedra, mitad ermita románica, con su abside y mitad castillo. La casa poética de un arquitecto, para su familia.

Fina en mi vida pertenece a esa época. Un día en Valencia quedamos para ir juntas a un retiro. Llovía, ella en una esquina, me vió de lejos y subió el paraguas en vertical a modo de alegre saludo. Parecía una colegiala. Fina era alegre. Seguramente alegre de oficio: su marido, era tristón y la necesitaba para todo. Cuando se hicieron mayores, él, alto y corpulento, y medio inválido de luna pierna la llevaba siempre cogida por el hombro, no era solo romanticismo. Fina era su bastón. Un día que la vi sola, hablando de él me dijo: “¡si vieras como me duele el hombro¡”. Descanse en paz.