A propósito de Don Álvaro del Portillo
Mi nieto Álvaro,poco más de un año, ronda por aquí; su padre ve el fútbol, y yo intento escribir. Porque aunque hoy es la fiesta de Cristo Rey, “que no ha venido a ser servido sino a servir”, una,poca cosa,está hasta el gorro de, siendo domingo, guisar para la familia, recoger la cocina, hacerle castillos a Álvaro, también llamado por sus padres Javibón, y no haber parado desde que me levanté, de estar pendiente de unos y otros. Mi nieto y su padre juegan y yo quiero jugar también. Escribir es una manera de hacerlo.
Cuando mi hijo mayor era adolescente se lo encomendé a D. Álvaro del Portillo,cuya beatificación tal vez vea. Para "concienciarlo" y me fuera propicio, le decía: “D. Álvaro: Quino es rubio como tú, tiene ojos azules como tú, es tímido como tú y también le gustan los plátanos”. Si me toca rezarle por mi nieto Álvaro, podré esgrimir que se llama como él y también que es rubio y de ojos azules, quizá lo de los plátanos, pero de timidez,poca. Con su piel morena y sus dos hoyitos cuando se ríe, es un seductor de mucho cuidado.
Bueno, yo quería contar de D. Álvaro.Leí hace poco, en el Libro de Postulación de su Causa, que cuando tenía que elegir carrera se dijo así mismo algo así: “Seré abogado como mi padre y así podré heredar su clientela.” Pero luego pensó: “Abogado no, que yo soy tímido y los abogados tienen que hablar mucho en público. Me decidiré por una ingeniería”. D. Álvaro fue desde muy jóvej Ingeniero de Caminos Canales, y Puertos, y después, Doctor en Filosofía y Derecho Canónico y como Padre y Prelado del Opus Dei, habló en público ante multitudes de gentes de todas las razas.
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