07 agosto, 2009

Orden

A mi me gusta escuchar en la misa, esa oración dirigida al Padre: “Ordena en tu paz nuestros días” y que luego continúa: “líbrános de la condenación eterna y cuéntanos entre el número de tus elegidos”

A mi hermana Carmen, que era muy buena chavala pero un poco desastre, la Madre María Teresa Quintana, que le echaba los tejos para que fuera monja, le decía a veces en medio de la clase: “Señorita Navarro, vaya a peinarse” y otras: “el orden conduce a Dios”

Una de las últimas veces que he ido a confesarme, me dijo el sacerdote:
“¿Sabes como define San Agustín la paz?: la tranquilidad en el orden.

Y también es de San Agustín: “Guarda el orden y el orden te guardará a ti”

Y San Josemmaría Escrivá: “¿Virtud sin orden?, rara virtud”

Mi hermana Carmen, seguro que “ha sido contada entre el número de los elegidos” porque murió dando la vida. En el parto de su cuarto hijo Pedro.

Después está el “orden sacerdotal”. Bendito sacramento que hace posible para el pueblo fiel, lo mejor de la vida.


A mi me gusta escuchar en la misa, esa oración dirigida al Padre: “Ordena en tu paz nuestros días” y que luego continúa: “líbrános de la condenación eterna y cuéntanos entre el número de tus elegidos”

A mi hermana Carmen, que era muy buena chavala pero un poco desastre, la Madre María Teresa Quintana, que le echaba los tejos para que fuera monja, le decía a veces en medio de la clase: “Señorita Navarro, vaya a peinarse” y otras: “el orden conduce a Dios”

Una de las últimas veces que he ido a confesarme, me dijo el sacerdote:
“¿Sabes como define San Agustín la paz?: la tranquilidad en el orden.

Y también es de San Agustín: “Guarda el orden y el orden te guardará a ti”

Y San Josemmaría Escrivá: “¿Virtud sin orden?, rara virtud”

Mi hermana Carmen, seguro que “ha sido contada entre el número de los elegidos” porque murió dando la vida. En el parto de su cuarto hijo Pedro.

Después está el “orden sacerdotal”. Bendito sacramento que hace posible para el pueblo fiel, lo mejor de la vida.