08 julio, 2009

Sobre San Juan María Vianney

Juan María deseaba ser sacerdote pero su padre no quería perder a quien cuidaba sus ovejas y trabajaba en el campo. Además no era fácil conseguir seminario. Napoleón manda reclutar a todos los muchachos mayores de 17 años. Por una serie de desencuentro se perdió del grupo y vino a dar en desertor. Al llegar a un pueblo Juan María fue a ver al Alcalde para contarle su caso. Este le creyó y aunque la ley ordenaba pena de muerte para los desertores, le escondió en un pajar y allí estuvo 14 meses, al cabo de los cuales pudo ir a su pueblo porque Napoleón perdonó a todos los que se habían fugado del ejército.

Entró en el seminario, pero su intelecto era romo y duro. Los profesores del seminario decían : “Es muy buena persona, pero no sierve para estudiante. No se le queda nada”. Y lo echaron. Se fue en peregrinación,
viajando de limosna, a la tumba de San Francisco Regis, para que le ayudara. El Padre Balley lo preparó durante tres años y lo presentó a examén en el seminario. Fracaso total. Pero se dieron cuenta que tenía buen criterio, y que era seguro en sus apreciaciones en lo moral. El Prelado, al oír estas cosas les preguntó: “¿El joven Vianney es de buena conducta?”. Ellos le respondieron: “ES excelente persona. Es un modelo de comportamiento. Es el seminarista menos sabio pero el más santo”. “Pues si es así – añadió el Prelado- que sea ordenado sacerdote, pues aunque le falte ciencia, con tal que tenga santidad, Dios suplirá lo demás.”

Y así fue ordenado sacerdote el 12 de agosto de 1815 y el 9 de febreo de 1818 enviado a Ars, la parroquia más pobre e infeliz.