El rosario de la vida
Empieza el mes de mayo. Mes de las rosas, mes del rosario. Ya que un rosario es, una corona de rosas. Por eso he sonreído interiormente cuando hoy, 30 de abril, leyendo “La polilla y la herrumbre”, de Mary Cholmondelay, una novela romántica, a lo Jane Austen, he encontrado unas palabras que justamente hablan, del “rosario de la vida”. Expresión, ésta, verdaderamente feliz, y no solo porque en toda vida hay misterios gozosos, dolorosos y gloriosos. Pues bien, las palabras que me han impactado son éstas: “Pero hasta que la tormenta no estalló, ella no se dio cuenta de que aquel espectáculo, cada vez más amenazador tuviera alguna relación con el huracán que iba a desatarse sobre ella: del mismo modo que algunos de nosotros percibimos el rosario de la vida únicamente como cuentas aisladas, sin reparar en el hilo divino que las une, y nos sorprendemos cuando llegamos a la cruz”. Los libros y los días, una vez más.
“Las cuentas del rosario / son escaleras / para subir al cielo / las almas buenas / Viva María / Viva el Rosario / Viva Santo Domingo / que lo ha fundado”. Cantar esa alegre tonadilla de los cincuenta, que oímos quienes entonces éramos niños entonces, cuando las misiones – en las que, fruto de la predicación de jesuitas y dominicos los hombre se confesaban –, evoca todo un mundo y llama a la responsabilidad. ¿Pensaran los niños de hoy, pensaran nuestros nietos si ven un rosario que eso es un collar? Sería triste.
(enviado a "Las Provincias")
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