25 febrero, 2009

Febrerillo loco

Va acabando febrero, febrerillo loco, y no quiero que termine sin hacer mención del día 22. Otras veces lo he hecho, pero así como cada día tiene su afán cada recuerdo tiene su coloración, ya que ese día, del año 1959, me escribieron una bonita carta, de estudiada redacción y cuidada letra, carta que conservo, y que es como el primer documento de la prehistoria de mi familia.

La carta que llegó de Madrid, hablaba, entre otras cosas, de cromosomas. Como muy atinada la alusión, en vista de lo que vendría después. Justo este año he sabido que en el año 1859 se publicó “El origen de las especies” de Darwin. Nunca me ha conmovido el hecho de descender del mono, así tal cual, aunque se que tal cosa no repugna a la fe católica siempre y cuando se de un salto cualitativo entre hombre y mono, que suponga la creación por parte de Dios de un alma inmortal. Creo que es más convincente y más bello pensar que Dios mismo ha esculpido con cariño cada rostro, como el mejor de los artistas. Mi hermosa nieta rusa Marta, corrobora esa impresión.

Este año el 22 por la noche me llamó por teléfono Mary Carmen A. compañera de colegio. Quería saber de otra amiga de las dos, con cáncer de pulmón. Durante estos años no he tenido contacto con Mary Carmen, en el colegio no era amiga mía, pero me escribió una carta escrita en papel azul, en la que me contaba cosas que “no contaría a ninguna de la clase sabiendo que yo la entendería”. Cuando al colgar me dijo: “ A ver si nos vemos”. Estuve segura de que así será, como dice Francisca: si Dios quiere.